Hace 5 años | Por --591563-- a nytimes.com
Publicado hace 5 años por --591563-- a nytimes.com

Montoya recuerda a su padre cuando llegaba a casa todas las noches después de una jornada en los campos de lechuga: la imagen del agotamiento, los pantalones cubiertos de lodo hasta las rodillas. “Quería que me alejara del trabajo manual. Deseaba que continuara con mis estudios”. Y eso hizo: fue a la universidad. Sin embargo, Montoya, hijo de inmigrantes, hace poco entró a trabajar a una empacadora de lechugas, donde gran parte del trabajo es físicamente agotador. No obstante, ahora puede delegar algunas de las peores labores a los robots.

Comentarios

jonolulu

¡Los inmigrantes vienen a robar el trabajo a nuestros robots!