La pandemia puso patas arriba el mercado laboral y obligó a muchas empresas a adaptar su actividad al modo remoto. El teletrabajo se instaló a toda prisa y millones de trabajadores tuvieron que convertir sus hogares en oficinas improvisadas. Los más optimistas vaticinaban que esa nueva realidad había llegado para quedarse. Sin embargo, tres años después, las oficinas han vuelto a ocuparse. El teletrabajo ha ido perdiendo fuerza progresivamente, aunque se ha afianzado como una opción ocasional, con diferentes grados de implantación por comunidad
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