Hace 3 años | Por Sciborg a ebevidencia.com
Publicado hace 3 años por Sciborg a ebevidencia.com

Consecuencia de esta actitud hay artículos como el de Harald Walach, Rainer Klement y Wouter Aukema, que cuestiona la seguridad de las vacunas contra la COVID y está publicado en una revista de alto impacto. Aunque este articulo ha sido retractado las personas con reticencia vacunacional siguen utilizándolo como argumento. ¿Por qué? Creo que muchas veces ni siquiera reparan en la palabra “RETRACTED” que cruza el texto, o que no saben lo que significa.

Comentarios

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Los antivacunas leen "retarded" y creen que esta escrito para ellos.

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@CuadradoDeCatetos, no se porque votas muro de pago, yo la he abierto perfectamente, si quieres tirar un meneo porque no te gusta lo que dice, vota negativo por otra razón, no se, irrelevante, bulo, antigua, pero no algo tan fuera de lugar.
Aquí la tienes por si quieres leerla

En 1998 la publicación de un artículo en la prestigiosa revista científica The Lancet causó un daño terrible a la salud pública mundial. Me refiero al articulo escrito por el médico Andrew Wakelfield y que relacionaba la vacuna triple vírica (que inmuniza frente a las enfermedades del sarampión, las paperas y la rubeola) con el autismo.

Aunque el artículo se retractó e incluso se sancionó a su autor con su expulsión del Colegio de Médicos de Reino Unido, el bulo de que las vacunas causan autismo ha seguido circulando y este artículo sigue siendo utilizado por las personas contrarias a la vacunación.

Los artículos retractados habitualmente siguen estando disponibles online y esto es un problema. Los artículos fraudulentos denotan una gran falta de ética, pero además tienen un impacto pernicioso cuando se siguen citando y utilizando sus conclusiones como válidas.

Se pueden encontrar artículos citados que forman parte de revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA), lo cual puede invalidar los resultados de estos. Hay métodos como Scrutatio útiles para detectar la presencia de estos artículos retractados en las revisiones, pero de nada sirve detectarlos si posteriormente no se actúa en consecuencia retractando la revisión que lo contiene y a cuyas recomendaciones afecta. En el articulo “Dolor, cáncer, pseudociencias y mala ciencia: a propósito de un caso” explicaba como en una RS sobre tratamientos no farmacológicos en el cáncer, se recomendaba una pseudoterapia en base a las evidencias de un artículo que había sido retractado. Imaginemos esta recomendación siendo adoptada por miles de enfermeras en el cuidado de sus pacientes con dolor… Terrible.

Esta circunstancia es conocida por los editores y las editoriales, pero incomprensiblemente para mi los artículos retractados siguen estando disponibles online, cuando a mi juicio, deberían ser eliminados totalmente. Aún así se seguirían citando y compartiendo los pdf, pero al menos se limitaría el modo en el que los autores los encuentran al realizar búsquedas bibliográficas. Los artículos retractados son un enemigo silencioso.

Consecuencia de esta actitud hay artículos como el de Harald Walach, Rainer Klement y Wouter Aukema, que cuestiona la seguridad de las vacunas contra la COVID y está publicado en una revista de alto impacto. Aunque este articulo ha sido retractado las personas con reticencia vacunacional siguen utilizándolo como argumento. ¿Por qué? Creo que muchas veces ni siquiera reparan en la palabra “RETRACTED” que cruza el texto, o que no saben lo que significa.



Lo cierto es que el artículo sigue disponible y bien visible (aunque la nota de retractación que explica porqué se ha retractado no lo es tanto).





Además los motivos por los que este articulo ha sido retractado son de peso. Transcribo la nota de retractación (traducción libre):

“El artículo fue evaluado por el Editor en Jefe con el apoyo de varios miembros del Comité Editorial. Encontraron que el artículo contenía varios errores que afectan fundamentalmente la interpretación de los hallazgos.
Estos incluyen, pero no se limitan a:
Los datos del informe Lareb (https://www.lareb.nl/coronameldingen) en los Países Bajos se utilizaron para calcular el número de efectos secundarios graves y mortales por cada 100.000 vacunas. Desafortunadamente, en el manuscrito de Harald Walach et al. estos datos se interpretaron incorrectamente, lo que llevó a conclusiones erróneas. Los datos fueron presentados como causalmente relacionados con eventos adversos por los autores. Esto es inexacto. En los Países Bajos, se invita a los profesionales sanitarios y los pacientes a informar sobre las sospechas de efectos adversos que puedan estar asociados con la vacunación. Para este tipo de notificación no se necesita una relación causal entre el evento y la vacuna, por lo tanto, un evento notificado que ocurrió después de la vacunación no es necesariamente atribuible a la vacunación. Por lo tanto, la notificación de una muerte después de la vacunación no implica que se trate de un evento relacionado con la vacuna.

Hay varias otras inexactitudes en el artículo de Harald Walach et al. uno de los cuales es que los casos fatales fueron certificados por especialistas médicos. Debe saberse que incluso esta afirmación falsa no implica causalidad, que los autores insinúan.

Además, los autores han llamado a los eventos “efectos” y “reacciones” cuando esto no está establecido, y hasta que se establezca la causalidad, son “eventos” que pueden o no ser causados por la exposición a una vacuna. No importa qué estadísticas se apliquen, esto es incorrecto y engañoso.”



Por tanto, aunque los autores del articulo que cuestiona la seguridad de las vacunas contra la COVID plantean la necesidad de repensar la política de vacunación, a tenor de lo expuesto lo que yo planteo es repensar la política editorial de las revistas científicas, en concreto lo relativo a mantener online los artículos retractados.

Aprovecho para recordaros que ante la duda vacunacional la mejor es actitud es el dialogo y la escucha, por eso os recomiendo la lectura de “Discurso antivacunas en las redes sociales: análisis de los argumentos más frecuentes“. La reticencia vacunal requiere estudio y conversación pausada. Es un error tildar de “antivacunas” a todo el que duda. Por eso es importante que los sanitarios conozcamos sus argumentos para poder ofrecer una respuesta adecuada.