Investigadores de la Universidad de Rochester (Reino Unido) sugieren que los niños pueden ser más vulnerables a factores estresantes ambientales como "químicos tóxicos permanentes" a medida que su cerebro se desarrolla. Se cree que estos químicos distorsionan las señales cerebrales, causando cambios de comportamiento a largo plazo en los niños, como ansiedad social, dificultad para permanecer sentados y dificultad para seguir instrucciones. Identificaron un "químico permanente" específico, conocido como PFHxA.
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