Desde su emplazamiento en la cima del cerro Pachón, a 2600 metros de altura en el desierto de Atacama, Chile, Rubin comenzó a escanear el cielo con una capacidad de observación sin precedentes. Con un diseño concebido para repetir imágenes cada pocas noches y una cámara de 3200 megapíxeles del tamaño de un automóvil, el telescopio comenzó a revelar un universo mucho más poblado y dinámico de lo que se creía.
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Sin los humanos todo seguiría siendo lo que es, sin más, e incluso igual, hasta más bello.
Dudo que estemos solos, o que seamos los únicos, con tanto espacio y con tantas casuísticas, bien existió otras vidas, existen ahora, o existían en el futuro.