Mientras que nuestra dependencia por los dispositivos electrónicos va en aumento, existen personas que se resisten a los avances técnicos. Es el caso de Niki Boon, una fotógrafa neozelandesa que vive ajena a esa forma de vida tan común hoy en día. Establecida en una zona rural en Malbrough, tiene su casa en una parcela de cuatro hectáreas rodeada de costa, colinas, y ríos.
Titular erroneo, veo tecnología en todas y cada una de las fotos: un columpio, un tren, animales domesticos, un barreño de plástico, ropa, un camino...
Jo, qué tiempos aquellos.
Mis hijos se han criado medio en el campo, medio en la ciudad y no han tenido "maquinitas" hasta bien mayorcitos.
Eran los bichos raros del colegio, cuando contaban sus aventuras con las gallinas o con el pavo real que les perseguía, sus compañeros tenían dos reacciones, unos alucinaban y otros no eran ni capaces de iimaginárselo porque los animales ni tenían mando, ni música, ni ná de ná.
Fue comprarles las dichosas maquinistas y aburrirse cuando van al campo. Una pena.
Es difícil encontrar el equilibrio, las tecnologías los (nos) absoben.
Comentarios
Me da mucha rabia ver a los niños en el parque jugando con sus consolas. No lo puedo entender.
#4 #2 Pues yo me pasé mi infancia viendo dibujos animados y jugando a Pokemon, y no me puedo quejar.
Tampoco le veo sentido hacer el "amish" y aislarse del mundo. Tarde o temprano tendrán que integrarse en él (y les va costar bastante).
Pos ya ves tú, así me crié yo. Pero con zapatillas, eso sí, que parece que buscan ser como Mowgli.![:lol: lol](https://cdn.mnmstatic.net/v_149/img/menemojis/36/lol.gif)
Por cierto, la cámara es tecnología.
Qué fotos tan bonitas, me transmiten alegría, paz,...
En todas y cada una de esas fotos hay una cosa que les falta a los niños que se pasan todo el día en casa jugando a la consola: imaginación.
Titular erroneo, veo tecnología en todas y cada una de las fotos: un columpio, un tren, animales domesticos, un barreño de plástico, ropa, un camino...
Jo, qué tiempos aquellos.
Mis hijos se han criado medio en el campo, medio en la ciudad y no han tenido "maquinitas" hasta bien mayorcitos.
Eran los bichos raros del colegio, cuando contaban sus aventuras con las gallinas o con el pavo real que les perseguía, sus compañeros tenían dos reacciones, unos alucinaban y otros no eran ni capaces de iimaginárselo porque los animales ni tenían mando, ni música, ni ná de ná.
Fue comprarles las dichosas maquinistas y aburrirse cuando van al campo. Una pena.
Es difícil encontrar el equilibrio, las tecnologías los (nos) absoben.
Son todas geniales y me recuerdan a determinados momentos de mi infancia. ¡Cómo ha cambiado el mundo desde entonces! y cómo seguirá cambiando...