Estoy terminando Voces de Chernóbil. Hacía tiempo que un libro no me causaba un impacto tan profundo. Alexievich recoge testimonios en primera persona, a veces monólogos, a veces capítulos corales. Trata de las personas que huyeron de la hecatombe nuclear o de quienes fueron enviados al sacrificio para sepultar el núcleo. Muchos fueron engañados y sufrieron muertes y secuelas lentas y espantosas. Habla de de quienes decidieron quedarse porque aquella tierra, radiactiva o no, era su tierra, y nadie, ni siquiera el Estado soviético, los podía obligar a dejarla. Sigue con quienes se refugiaron en Chernóbil. Sí, hubo quienes encontraron refugio allí porque aquel fin del mundo, pese a su devastación, era incluso más hospitalario que los lugares de donde huían, viejas repúblicas exsoviéticas donde ser ruso equivalía entonces a una pena de muerte, a un balazo en la nuca, a la tortura y la violación. Habla de los "comandos de exterminio" que se enviaron a Chernóbil para masacrar animales. Perros, gatos, caballos... cualquier ser vivo doméstico era una fuente de contaminación. Había que exterminarlos y enterrarlos profundamente en una tierra que ya estaba enferma. Svetlana Alexievich llama a su libro "recuerdos del futuro" porque el desastre de Chernóbil era algo que venía del mañana, una grieta por la que ver un futuro horrible.
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Cultura tiene más suerte (por el tema y el contexto histórico que relata)
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lecturalia.comUn poquito más del "homus sovieticus2 del que se habla "El homo soviéticus no sabe de libertad ni de democracia"
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eldiario.es#1 gracias por el comentario, cambiado.
Estoy terminando Voces de Chernóbil. Hacía tiempo que un libro no me causaba un impacto tan profundo. Alexievich recoge testimonios en primera persona, a veces monólogos, a veces capítulos corales. Trata de las personas que huyeron de la hecatombe nuclear o de quienes fueron enviados al sacrificio para sepultar el núcleo. Muchos fueron engañados y sufrieron muertes y secuelas lentas y espantosas. Habla de de quienes decidieron quedarse porque aquella tierra, radiactiva o no, era su tierra, y nadie, ni siquiera el Estado soviético, los podía obligar a dejarla. Sigue con quienes se refugiaron en Chernóbil. Sí, hubo quienes encontraron refugio allí porque aquel fin del mundo, pese a su devastación, era incluso más hospitalario que los lugares de donde huían, viejas repúblicas exsoviéticas donde ser ruso equivalía entonces a una pena de muerte, a un balazo en la nuca, a la tortura y la violación. Habla de los "comandos de exterminio" que se enviaron a Chernóbil para masacrar animales. Perros, gatos, caballos... cualquier ser vivo doméstico era una fuente de contaminación. Había que exterminarlos y enterrarlos profundamente en una tierra que ya estaba enferma. Svetlana Alexievich llama a su libro "recuerdos del futuro" porque el desastre de Chernóbil era algo que venía del mañana, una grieta por la que ver un futuro horrible.
Un libro espantoso, un libro maravilloso.