Descubrí que las golondrinas tenían el nido sobre el ventanal del comedor el día que nació mi hija, hace veinticinco años. Las mañanas de primavera eran intensas. Las golondrinas iban y venían frenéticas y parecían siempre a punto de chocar contra el cristal. Al final giraban bruscamente o aterrizaban con gran habilidad en el nido. Y así cada primavera. Hasta que un día dejaron de venir. Habían asfaltado las últimas calles del pueblo, y las golondrinas se habían quedado sin charcos y sin barro para reconstruir sus nidos.
Comentarios
Tremendo. Se puede decir más alto pero no más claro.
La lucha por la ecología y por la salud de nuestra planeta, desgraciadamente, ha de empezar contra quienes niegan o no son conscientes del impacto del ser humano en los hábitas y en la biodeviersidad.
Otro ejemplo:
Los mosquitos tigre matan a 750.000 personas cada año
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cronicaglobal.elespanol.comSi la población de murciélagos insectívoros no se hubiese reducido a la mínima expresión nos estarían ayudando contra esta amenaza.
Tenemos que comprender que la vida en la tierra depende de un frágil equilibrio entre especies animales y vegetales y que si rompemos ese equilibrio el hábitat del ser humano se verá comprometido.
Fui hace poco a un bosque con mucho boj. Todo muerto por una nueva plaga procedente de Asía. Nos quedan cuatro días.
Afortunadamente yo las tengo y llegan puntualmente cada primavera. Pero esta vez no nacen crías. Mi mujer asegura que unas urracas se llevaron los huevos...