Hace 3 años | Por --577852-- a elcomercio.com
Publicado hace 3 años por --577852-- a elcomercio.com

En 1638, en Malacatos, Loja, un misionero jesuita que había enfermado de paludismo fue asistido por al cacique lugareño Pedro Leyva -como muchos indígenas había adoptado el apellido de su encomendero-, quien le dio a beber una infusión de sabor amargo que a los pocos días lo sanó. Fue el episodio de descubrimiento de la quina o cascarilla, un poderoso febrífugo conocido ancestralmente por los paltas como remedio para las “fiebres intermitentes”, según la denominaban los españoles.

Comentarios

Mysanthropus

Tengo un recuerdo de mi niñez.

Mis tías reunidas en casa hablando de sus cosas y tejiendo mientras se servían unos buenos lingotazos de anís y a los niños nos daban un vasito de "quina".

Hoy en día acababan en el juzgado...

Mbwun

#2 Este va de "quina" pero por la quinina, la de la tónica. No del vinacho de la monja

Mysanthropus

#3 Lo sé, lo sé, pero no he podido evitar caer en la nostalgia...

D

Más información en este hilo de twiteer:

La Condesa de Chinchón, paludismo y Gin & Tonic