Publicado hace 10 meses por newstoa a espinosoycordial.wordpress.com

Así pues, la traición siempre se paga, pero el traidor gana su lugar en la historia, que casi con seguridad no hubiese obtenido en otras circunstancias. Su misión es inexorable y necesaria. Su acto le degrada y le engrandece al mismo tiempo, un acto que marca una inmensa diferencia entre lo que pudo ser y fue.