Su muerte a manos de pistoleros de la patronal en 1923 y su fama de gran orador y polemista han dejado en segundo plano el pensamiento del que fue líder de una CNT que aglutinó a cerca de 800.000 afiliados
#8:
#4 El 19 de diciembre de 1919, la plaza de toros de Las Arenas de Barcelona era un hervidero de 20.000 obreros que se oponían al fin de la histórica huelga general de La Canadience. Solo Salvador Seguí Rubinat, el secretario general de la CNT recién salido de la cárcel, supo apaciguar a las masas y convencerlas de que debían aceptar la victoria y prepararse para el siguiente envite. Acababan de lograr, entre otras reivindicacirones, la jornada laboral de ocho horas.
Aquel despliegue de oratoria y ascendencia frente a las masas de trabajadores, elogiado incluso por figuras conservadoras como Eugeni d’Ors, sirve para comprender la figura legendaria en que se convirtió el líder anarcosindicalista al que todo el mundo conocía como El Noi del Sucre. El otro episodio clave fue el de su asesinato el 10 de marzo de 1923, del que se cumplen ahora cien años. En plena guerra social entre patronal y sindicatos anarquistas en Barcelona, que dejó casi 400 muertos –la mayoría, obreros–, Seguí fue tiroteado junto a su compañero Francesc Comas Peronas en el barrio del Raval.
Su asesinato paralizó la ciudad durante una semana. A sus 35 años, este pintor de paredes nacido en Tornabous, Lleida, era el carismático líder de una todopoderosa CNT con cerca de 800.000 afiliados –solo por comparar, la UGT tenía 240.000 en toda España–. Su entierro fue a escondidas, para evitar disturbios, pero esto no impidió que el de Paronas fuera masivo para despedir también a El Noi del Sucre.
“Su papel en la huelga de La Canadenca y su asesinato lo convierten en un mito, lo que a veces dificulta valorar el personaje histórico en toda su dimensión”, reflexiona el historiador y profesor Xavier Díez. Sus gestas más conocidas y su trágico final, apuntan quienes han indagado en su trayectoria, han eclipsado su faceta menos conocida de teórico del anarquismo y el sindicalismo. No ha ayudado tampoco que la historiografía oficial y las políticas de memoria histórica hayan tendido a “marginar” al anarcosindicalismo, dice Díez. “Le falta una gran biografía”, coincide el profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y exdiputado Xavier Domènech.
Nacido en 1887, El Noi del Sucre creció en la agitada Barcelona de principios del XX, formado a caballo entre los ateneos libertarios y sindicalistas y las barricadas de huelgas revolucionarias como la de 1902 y la Semana Trágica. Su carisma creció en un tiempo en que se premiaba el coraje para enfrentarse a la policía, pero también la habilidad oratoria en tertulias como la del Café Español del Paralelo. A los 30 años, en 1918, fue escogido secretario general de la CNT en la Asamblea de Sants, en una cúpula con otras jóvenes figuras como Ángel Pestaña o Joan Peiró. Luego vendría La Canadenca, su antagonismo con la burguesa Lliga Regionalista, varias etapas entre rejas y una gira de conferencias por toda España en 1922, antes de ser asesinado.
De revolucionario a estratega
Sobre la más desconocida faceta de Seguí como teórico, Domènech afirma: “El Noi del Sucre es un sindicalista, no un intelectual ni un escritor, y esto obliga a recopilar sus artículos e intervenciones sin que haya un archivo que lo facilite”. Pero dos libros lo han intentado recientemente: El pensament polític de Salvador Seguí (Virus Editorial), de Díez, y El colós de l’anarquisme (Lo Diable Gros), de Jordi Martí Font.
Ambas publicaciones, sirven para comprender que Seguí, además de ser un hombre de acción, contribuyó decisivamente a los fundamentos del anarcosindicalismo, un movimiento que fue hegemónico entre la clase obrera catalana a principios del siglo XX, a diferencia de la mayoría de países europeos. Pese al aura revolucionaria que rodea a Seguí, en una violenta Barcelona apodada como La rosa de fuego, fue alguien que evolucionó hacia el pragmatismo. Abogó por la unidad sindical, por el sindicato como herramienta para reemplazar el Estado y por tejer alianzas con clases profesionales y campesinas.
“No vamos a asaltar Roma, como los bárbaros, sino a invadir las posiciones de la burguesía para irlos sustituyendo en ellas”, dejó escrito meses antes de morir, después de pasar año y medio encerrado en la cárcel menorquina de La Mola. “Él apuesta por la evolución y no la revolución. Para empoderarse, la clase obrera necesita ser lo suficientemente madura, y esa voluntad de construcción requiere calma, no agitación constante. Usar el sindicato como un ensayo para el futuro de la sociedad”, apunta Díez.
“Seguí es un dirigente obrero que piensa en términos estratégicos muy amplios”, abunda Domènech. En plena reacción conservadora posterior a la Primera Guerra Mundial, con la patronal catalana tratando de hacerse con el control de las calles mediante la violencia y el uso de fuerzas paramilitares, El Noi del Sucre buscó alianzas con la UGT, con los campesinos (los rabassaires de su amigo Lluís Companys) o con luchas por rebajas en el precio de los alquileres o de los alimentos. “Entiende que para cambiar la sociedad necesita la complicidad de todos aquellos que la hacen funcionar”, añade Díez.
Entre otras de sus aportaciones, está también la defensa del sindicato como espacio de formación. Seguí tenía mucha sintonía con la Escuela Moderna que fundó el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, ejecutado como chivo expiatorio por los hechos de la Semana Trágica.
Del apodo al entierro
Sin más fuentes documentales que sus artículos en prensa y sus conferencias, así como los testimonios orales de la época, lo cierto es que hay otros episodios de su vida que también han alimentado el mito. Empezando por su apodo, El Noi del Sucre, que tendría su origen en que se comía los terrones de azúcar de los cafés que servía cuando trabajaba de camarero. Pero hay otros: por haber trabajado en una fábrica de azúcar, por su precocidad al entrar en las reuniones obreras… Incluso él se reía de ello en las entrevistas: “¡Hombre! Es porque de tan dulce que soy atraigo a las moscas”. Esto último aparece en la biografía de Manuel Cruells de 1974.
De sus inicios en la actividad sindical, se ha escrito que participó en un grupo radical llamado Els fills de puta (“Los hijos de puta”) y su primer texto publicado que recoge El colós de l’anarquisme es ya una polémica. Se trata de una petición de rectificación de 1907 al diario El Progreso, del Partido Radical de Alejandro Lerroux, que aseguraba que Seguí tenía vínculos con terroristas. Ante la negativa a enmendarse, un Seguí de 20 años se planta en un mitin de Lerroux en Barcelona, pide sin éxito la palabra y todo acaba en una monumental trifulca con un asistente muerto por una bala perdida.
Por último, su asesinato, nunca esclarecido pero siempre atribuido al Sindicato Libre de la patronal, es también una fuente de imprecisiones, alimentadas también por novelas como Escuela de Rebeldía, de 1923, atribuida originalmente al propio Seguí pero de autoría bastante cuestionada. O Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler, en 2016. Se dijo que justo antes de ser asesinado había quedado con Lluís Companys en Plaça Universitat, o que un día antes había desafiado a pecho descubierto a unos pistoleros frente a su casa en el Eixample de Barcelona.
Sobre el trágico final, un testimonio valioso fue el de su viuda, Teresa Muntaner, a la que el periodista Josep Maria Huertas Claveria entrevistó desde el exilio en Francia, en 1973, para la revista Triunfo. La anciana confirmó el suceso de la vigilia. Al salir del Teatro Cómico de Barcelona, en un acto para los presos políticos, sus compañeros –como Pestaña– quisieron acompañarle, pero él se negó. Al llegar en taxi a casa, un coche les había seguido. “Seguí salió [del taxi], no llevaba revólver ni nada, y se les acercó con las manos cruzadas y dijo: ‘Si tenéis valor, disparad’”. Pero no lo hicieron.
Al día siguiente, Muntaner, que en aquel momento estaba embarazada, asegura que Seguí estaba pintando un piso de Companys. “Me dijo que no le esperase para comer, pero sí para cenar, que tenía mucho sueño”, relató. “Pero no vino”. Ella se enteró del atentado por los vecinos. “Lo hicieron el Sindicato Libre pagado por la patronal, que les decía ‘tienes que matar a este hombre y a este otro’...”. Y proseguía en la entrevista: “Lo llevaron al Hospital Clínic y la gente quería asaltar el hospital. En un momento de despiste, lo sacaron a escondidas y lo enterraron para que no hubiese manifestaciones”. Fue en el Cementerio de Montjuïc, donde hoy tiene una lápida.
El sindicalista más influyente
“Resulta difícil encontrar a un dirigente sindical de su potencia y de su influencia. Él y toda su generación en la CNT”, resume Domènech. De la misma forma, no es fácil encontrar algo parecido en Europa a la capacidad de movilización de que gozó el anarcosindicalismo en España y especialmente en Barcelona. “[El historiador catalán] Vicens Vives, cuando se preguntaba por qué en Catalunya echó tantas raíces el anarquismo, llegó a la conclusión de que fue por culpa de la miopía de la burguesía. En otros países se canalizó institucionalmente la participación de los sindicatos”, aduce Díez. En Catalunya, lo que buscó la clase dirigente y la Lliga Regionalista en particular fue tomar el control de la calle con grupos paramilitares.
Debido a su muerte prematura y a los contactos que estableció con distintas orientaciones políticas –aunque siempre se negó a entrar en ningún partido–, Seguí ha sido reivindicado desde entonces por muchas tradiciones. Seis meses después de su asesinato llegó el golpe de Estado de Primo de Rivera. La CNT no volvería a alcanzar cotas parecidas de poder hasta la Guerra Civil. Desde entonces, El Noi del Sucre ha sido reivindicado por entornos como el del PSUC, ERC o legítimamente por el sindicalismo anarquista.
“Hay varios Seguís. El sindicalista, el revolucionario, el frentepopulista… Existe la tentación de atribuirle muchas cosas. Pero merece la pena reivindicar su figura por sí misma”, resume Domènech. “Hay que leerlo por su propuesta de mejorar la sociedad que consiste en el empodera
#3:
La mayoría de los grupos de choque fascistas que se unieron para controlar los países fascistas antes de la 2ªGM (incluida Francia, que la razón principal de caer lo rápido que cayó fue porque el gobierno era fascista) nacieron de esos grupos armados creados por patronales para acabar con el sindicalismo.
#5:
Los anarquistas, los grandes olvidados y ninguneados de la historia de España
La mayoría de los grupos de choque fascistas que se unieron para controlar los países fascistas antes de la 2ªGM (incluida Francia, que la razón principal de caer lo rápido que cayó fue porque el gobierno era fascista) nacieron de esos grupos armados creados por patronales para acabar con el sindicalismo.
#11 Ad hominem al primer reply, vamos fuertes para ser fin de semana
También agradecer los vibes de nuestra "verdadera izquierda" actual de "todo lo que sea criticarnos es ser de derechas". Me recuerda al "si tú no vas ellos vuelven" de los sociatas, que al final un poco es en lo que se han convertido, el nuevo PSOE.
#14 Que si, que si...
Que en tres frases, ya has dicho que el anarquismo ya no vale, que la "verdadera izquierda" nosequé, que los sociatas tal y que los nuevos tampoco. Resumiendo: que antes si, pero ahora solo quedas tu como reducto de la honradez y los valores de izquierdas.
Faro de Occidente te llamaremos... como a los otros mil cuñaos que repiten las mismas egopamplinas.
#18 La propaganda antisindical (como la que tu has hecho sin dato ninguno, mas allá de egocentrismo y nostalgia viejuna), o en general antiizquierda, está patrocina por la patronal, mediante todos sus medios de comunicación, think tanks, partidos, publicaciones y voceros, por mucho que no seas capaz de ver el hilo (grueso) que controla.
#19 Yo no estoy en contra de los sindicatos. Sólo estoy en contra de la mayoría de sindicatos. Pero el sindicalismo es casi lo único que nos puede salvar de la quema. Afortunadamente, parece que se están volviendo a poner de moda, por lo menos viendo lo que está ocurriendo en Amazon o Starbucks. Quién sabe, quizá la gente despierta.
#20 jajaja perdona por decírtelo claramente, no es mi intención insultarte, pero con tus dos primeras frases demuestras que eres un prepotente iluminado que se cree por encima de los demás. Yo soy activo sindicalmente y desde luego tu no estás en nuestro equipo. Solo eres otro cuñao dando lecciones.
"No estoy en contra de los sindicatos solo de la mayoria de sindicatos" aun me estoy riendo de la absoluta contradicción ridícula...
#21 Claro, hombre, tu ad hominem en la puta cara ya denota la humildad y la sapiencia que tan solo un verdadero miembro de la vanguardia del proletariado como tú y los cuatro borrach...digo miembros del sindicato tan puramente mantienen y cuyos grandes éxitos todos podemos estar tan orgullosos, puede tener. Disculpa que te haya hecho malgastar tu valioso tiempo con mis pueriles quejas, ya te dejo con tu equipo que seguro que estáis muy ocupados.
#22 Acabas de afirmar que la mayoría de los sindicatos están totalmente equivocados, pero que tu posees la verdad. Y los que tenemos humos somos los demás. Aha...
Y te crees de izquierda y sindicalista?! jaja hay que reirse...
"Soy vegano, no como carne en la merienda, solo en desayuno, almuerzo, comida y cena."
"No soy racista, solo me dan asco la mayoría de los negros."
"Soy moderno y tolerante, pero el lobby LGTB, las feminazis y el reemplazo tal..."
"Yo no estoy en contra de los sindicatos. Sólo estoy en contra de la mayoría de sindicatos."
#23 Bueno, es que poseer la verdad de ver que las mariscadas con la patronal de los vendeobreros de UGT o CCOO son un error, pues no sé, sólo con tener medio cerebro funcional uno ya lo ve. Y que yo sepa son los dos sindicatos mayoritarios. Luego hay unos cuantos que no están mal como la CNT o la CGT, pero son cuatro gatos que como tú están encantados de conocerse y unos gatekeepers de la hóstia, dónde lecciones de qué es izquierdas y que no, y con cero autocrítica sobre qué hemos hecho mal para llegar a la lamentable situación actual.
En fin, que con gente como tú no quiero saber nada. Sois unos fracasados y unos inútiles, sólo hay que ver el capitalismo brutal bajo el que tenemos que vivir. Vuestros antecesores, gente como el noi del sucre, son los primeros que os podrían en vuestro sitio si estuvieran vivos. Sois la vergüenza del proletariado, y encima tienes la cara de acusar de ser amigo de la patronal a quién hace la más mínima crítica.
#4 El 19 de diciembre de 1919, la plaza de toros de Las Arenas de Barcelona era un hervidero de 20.000 obreros que se oponían al fin de la histórica huelga general de La Canadience. Solo Salvador Seguí Rubinat, el secretario general de la CNT recién salido de la cárcel, supo apaciguar a las masas y convencerlas de que debían aceptar la victoria y prepararse para el siguiente envite. Acababan de lograr, entre otras reivindicacirones, la jornada laboral de ocho horas.
Aquel despliegue de oratoria y ascendencia frente a las masas de trabajadores, elogiado incluso por figuras conservadoras como Eugeni d’Ors, sirve para comprender la figura legendaria en que se convirtió el líder anarcosindicalista al que todo el mundo conocía como El Noi del Sucre. El otro episodio clave fue el de su asesinato el 10 de marzo de 1923, del que se cumplen ahora cien años. En plena guerra social entre patronal y sindicatos anarquistas en Barcelona, que dejó casi 400 muertos –la mayoría, obreros–, Seguí fue tiroteado junto a su compañero Francesc Comas Peronas en el barrio del Raval.
Su asesinato paralizó la ciudad durante una semana. A sus 35 años, este pintor de paredes nacido en Tornabous, Lleida, era el carismático líder de una todopoderosa CNT con cerca de 800.000 afiliados –solo por comparar, la UGT tenía 240.000 en toda España–. Su entierro fue a escondidas, para evitar disturbios, pero esto no impidió que el de Paronas fuera masivo para despedir también a El Noi del Sucre.
“Su papel en la huelga de La Canadenca y su asesinato lo convierten en un mito, lo que a veces dificulta valorar el personaje histórico en toda su dimensión”, reflexiona el historiador y profesor Xavier Díez. Sus gestas más conocidas y su trágico final, apuntan quienes han indagado en su trayectoria, han eclipsado su faceta menos conocida de teórico del anarquismo y el sindicalismo. No ha ayudado tampoco que la historiografía oficial y las políticas de memoria histórica hayan tendido a “marginar” al anarcosindicalismo, dice Díez. “Le falta una gran biografía”, coincide el profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y exdiputado Xavier Domènech.
Nacido en 1887, El Noi del Sucre creció en la agitada Barcelona de principios del XX, formado a caballo entre los ateneos libertarios y sindicalistas y las barricadas de huelgas revolucionarias como la de 1902 y la Semana Trágica. Su carisma creció en un tiempo en que se premiaba el coraje para enfrentarse a la policía, pero también la habilidad oratoria en tertulias como la del Café Español del Paralelo. A los 30 años, en 1918, fue escogido secretario general de la CNT en la Asamblea de Sants, en una cúpula con otras jóvenes figuras como Ángel Pestaña o Joan Peiró. Luego vendría La Canadenca, su antagonismo con la burguesa Lliga Regionalista, varias etapas entre rejas y una gira de conferencias por toda España en 1922, antes de ser asesinado.
De revolucionario a estratega
Sobre la más desconocida faceta de Seguí como teórico, Domènech afirma: “El Noi del Sucre es un sindicalista, no un intelectual ni un escritor, y esto obliga a recopilar sus artículos e intervenciones sin que haya un archivo que lo facilite”. Pero dos libros lo han intentado recientemente: El pensament polític de Salvador Seguí (Virus Editorial), de Díez, y El colós de l’anarquisme (Lo Diable Gros), de Jordi Martí Font.
Ambas publicaciones, sirven para comprender que Seguí, además de ser un hombre de acción, contribuyó decisivamente a los fundamentos del anarcosindicalismo, un movimiento que fue hegemónico entre la clase obrera catalana a principios del siglo XX, a diferencia de la mayoría de países europeos. Pese al aura revolucionaria que rodea a Seguí, en una violenta Barcelona apodada como La rosa de fuego, fue alguien que evolucionó hacia el pragmatismo. Abogó por la unidad sindical, por el sindicato como herramienta para reemplazar el Estado y por tejer alianzas con clases profesionales y campesinas.
“No vamos a asaltar Roma, como los bárbaros, sino a invadir las posiciones de la burguesía para irlos sustituyendo en ellas”, dejó escrito meses antes de morir, después de pasar año y medio encerrado en la cárcel menorquina de La Mola. “Él apuesta por la evolución y no la revolución. Para empoderarse, la clase obrera necesita ser lo suficientemente madura, y esa voluntad de construcción requiere calma, no agitación constante. Usar el sindicato como un ensayo para el futuro de la sociedad”, apunta Díez.
“Seguí es un dirigente obrero que piensa en términos estratégicos muy amplios”, abunda Domènech. En plena reacción conservadora posterior a la Primera Guerra Mundial, con la patronal catalana tratando de hacerse con el control de las calles mediante la violencia y el uso de fuerzas paramilitares, El Noi del Sucre buscó alianzas con la UGT, con los campesinos (los rabassaires de su amigo Lluís Companys) o con luchas por rebajas en el precio de los alquileres o de los alimentos. “Entiende que para cambiar la sociedad necesita la complicidad de todos aquellos que la hacen funcionar”, añade Díez.
Entre otras de sus aportaciones, está también la defensa del sindicato como espacio de formación. Seguí tenía mucha sintonía con la Escuela Moderna que fundó el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, ejecutado como chivo expiatorio por los hechos de la Semana Trágica.
Del apodo al entierro
Sin más fuentes documentales que sus artículos en prensa y sus conferencias, así como los testimonios orales de la época, lo cierto es que hay otros episodios de su vida que también han alimentado el mito. Empezando por su apodo, El Noi del Sucre, que tendría su origen en que se comía los terrones de azúcar de los cafés que servía cuando trabajaba de camarero. Pero hay otros: por haber trabajado en una fábrica de azúcar, por su precocidad al entrar en las reuniones obreras… Incluso él se reía de ello en las entrevistas: “¡Hombre! Es porque de tan dulce que soy atraigo a las moscas”. Esto último aparece en la biografía de Manuel Cruells de 1974.
De sus inicios en la actividad sindical, se ha escrito que participó en un grupo radical llamado Els fills de puta (“Los hijos de puta”) y su primer texto publicado que recoge El colós de l’anarquisme es ya una polémica. Se trata de una petición de rectificación de 1907 al diario El Progreso, del Partido Radical de Alejandro Lerroux, que aseguraba que Seguí tenía vínculos con terroristas. Ante la negativa a enmendarse, un Seguí de 20 años se planta en un mitin de Lerroux en Barcelona, pide sin éxito la palabra y todo acaba en una monumental trifulca con un asistente muerto por una bala perdida.
Por último, su asesinato, nunca esclarecido pero siempre atribuido al Sindicato Libre de la patronal, es también una fuente de imprecisiones, alimentadas también por novelas como Escuela de Rebeldía, de 1923, atribuida originalmente al propio Seguí pero de autoría bastante cuestionada. O Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler, en 2016. Se dijo que justo antes de ser asesinado había quedado con Lluís Companys en Plaça Universitat, o que un día antes había desafiado a pecho descubierto a unos pistoleros frente a su casa en el Eixample de Barcelona.
Sobre el trágico final, un testimonio valioso fue el de su viuda, Teresa Muntaner, a la que el periodista Josep Maria Huertas Claveria entrevistó desde el exilio en Francia, en 1973, para la revista Triunfo. La anciana confirmó el suceso de la vigilia. Al salir del Teatro Cómico de Barcelona, en un acto para los presos políticos, sus compañeros –como Pestaña– quisieron acompañarle, pero él se negó. Al llegar en taxi a casa, un coche les había seguido. “Seguí salió [del taxi], no llevaba revólver ni nada, y se les acercó con las manos cruzadas y dijo: ‘Si tenéis valor, disparad’”. Pero no lo hicieron.
Al día siguiente, Muntaner, que en aquel momento estaba embarazada, asegura que Seguí estaba pintando un piso de Companys. “Me dijo que no le esperase para comer, pero sí para cenar, que tenía mucho sueño”, relató. “Pero no vino”. Ella se enteró del atentado por los vecinos. “Lo hicieron el Sindicato Libre pagado por la patronal, que les decía ‘tienes que matar a este hombre y a este otro’...”. Y proseguía en la entrevista: “Lo llevaron al Hospital Clínic y la gente quería asaltar el hospital. En un momento de despiste, lo sacaron a escondidas y lo enterraron para que no hubiese manifestaciones”. Fue en el Cementerio de Montjuïc, donde hoy tiene una lápida.
El sindicalista más influyente
“Resulta difícil encontrar a un dirigente sindical de su potencia y de su influencia. Él y toda su generación en la CNT”, resume Domènech. De la misma forma, no es fácil encontrar algo parecido en Europa a la capacidad de movilización de que gozó el anarcosindicalismo en España y especialmente en Barcelona. “[El historiador catalán] Vicens Vives, cuando se preguntaba por qué en Catalunya echó tantas raíces el anarquismo, llegó a la conclusión de que fue por culpa de la miopía de la burguesía. En otros países se canalizó institucionalmente la participación de los sindicatos”, aduce Díez. En Catalunya, lo que buscó la clase dirigente y la Lliga Regionalista en particular fue tomar el control de la calle con grupos paramilitares.
Debido a su muerte prematura y a los contactos que estableció con distintas orientaciones políticas –aunque siempre se negó a entrar en ningún partido–, Seguí ha sido reivindicado desde entonces por muchas tradiciones. Seis meses después de su asesinato llegó el golpe de Estado de Primo de Rivera. La CNT no volvería a alcanzar cotas parecidas de poder hasta la Guerra Civil. Desde entonces, El Noi del Sucre ha sido reivindicado por entornos como el del PSUC, ERC o legítimamente por el sindicalismo anarquista.
“Hay varios Seguís. El sindicalista, el revolucionario, el frentepopulista… Existe la tentación de atribuirle muchas cosas. Pero merece la pena reivindicar su figura por sí misma”, resume Domènech. “Hay que leerlo por su propuesta de mejorar la sociedad que consiste en el empodera
Comentarios
La mayoría de los grupos de choque fascistas que se unieron para controlar los países fascistas antes de la 2ªGM (incluida Francia, que la razón principal de caer lo rápido que cayó fue porque el gobierno era fascista) nacieron de esos grupos armados creados por patronales para acabar con el sindicalismo.
Los anarquistas, los grandes olvidados y ninguneados de la historia de España
#11 hoy en El País viene publicidad de una conferencia sobre Elíseo Reclus organizado por el Corte Inglés (fundación Ramón Areces) así es la vida.
Qué pena comparar el anarquismo actual con el de entonces.
#10 Comentario patrocinado por... La Patronal! TM
#11 Ad hominem al primer reply, vamos fuertes para ser fin de semana
También agradecer los vibes de nuestra "verdadera izquierda" actual de "todo lo que sea criticarnos es ser de derechas". Me recuerda al "si tú no vas ellos vuelven" de los sociatas, que al final un poco es en lo que se han convertido, el nuevo PSOE.
#14 Que si, que si...
Que en tres frases, ya has dicho que el anarquismo ya no vale, que la "verdadera izquierda" nosequé, que los sociatas tal y que los nuevos tampoco. Resumiendo: que antes si, pero ahora solo quedas tu como reducto de la honradez y los valores de izquierdas.
Faro de Occidente te llamaremos... como a los otros mil cuñaos que repiten las mismas egopamplinas.
#16 Perdona, pero no hay nada más cuñado que empezar una respuesta con un "patrocinado por la patronal". Consejos vendo que para mí no tengo...
#18 La propaganda antisindical (como la que tu has hecho sin dato ninguno, mas allá de egocentrismo y nostalgia viejuna), o en general antiizquierda, está patrocina por la patronal, mediante todos sus medios de comunicación, think tanks, partidos, publicaciones y voceros, por mucho que no seas capaz de ver el hilo (grueso) que controla.
#19 Yo no estoy en contra de los sindicatos. Sólo estoy en contra de la mayoría de sindicatos. Pero el sindicalismo es casi lo único que nos puede salvar de la quema. Afortunadamente, parece que se están volviendo a poner de moda, por lo menos viendo lo que está ocurriendo en Amazon o Starbucks. Quién sabe, quizá la gente despierta.
#20 jajaja perdona por decírtelo claramente, no es mi intención insultarte, pero con tus dos primeras frases demuestras que eres un prepotente iluminado que se cree por encima de los demás. Yo soy activo sindicalmente y desde luego tu no estás en nuestro equipo. Solo eres otro cuñao dando lecciones.
"No estoy en contra de los sindicatos solo de la mayoria de sindicatos" aun me estoy riendo de la absoluta contradicción ridícula...
#21 Claro, hombre, tu ad hominem en la puta cara ya denota la humildad y la sapiencia que tan solo un verdadero miembro de la vanguardia del proletariado como tú y los cuatro borrach...digo miembros del sindicato tan puramente mantienen y cuyos grandes éxitos todos podemos estar tan orgullosos, puede tener. Disculpa que te haya hecho malgastar tu valioso tiempo con mis pueriles quejas, ya te dejo con tu equipo que seguro que estáis muy ocupados.
Joder con los humos de la peña...
#22 Acabas de afirmar que la mayoría de los sindicatos están totalmente equivocados, pero que tu posees la verdad. Y los que tenemos humos somos los demás. Aha...
Y te crees de izquierda y sindicalista?! jaja hay que reirse...
"Soy vegano, no como carne en la merienda, solo en desayuno, almuerzo, comida y cena."
"No soy racista, solo me dan asco la mayoría de los negros."
"Soy moderno y tolerante, pero el lobby LGTB, las feminazis y el reemplazo tal..."
"Yo no estoy en contra de los sindicatos. Sólo estoy en contra de la mayoría de sindicatos."
#23 Bueno, es que poseer la verdad de ver que las mariscadas con la patronal de los vendeobreros de UGT o CCOO son un error, pues no sé, sólo con tener medio cerebro funcional uno ya lo ve. Y que yo sepa son los dos sindicatos mayoritarios. Luego hay unos cuantos que no están mal como la CNT o la CGT, pero son cuatro gatos que como tú están encantados de conocerse y unos gatekeepers de la hóstia, dónde lecciones de qué es izquierdas y que no, y con cero autocrítica sobre qué hemos hecho mal para llegar a la lamentable situación actual.
En fin, que con gente como tú no quiero saber nada. Sois unos fracasados y unos inútiles, sólo hay que ver el capitalismo brutal bajo el que tenemos que vivir. Vuestros antecesores, gente como el noi del sucre, son los primeros que os podrían en vuestro sitio si estuvieran vivos. Sois la vergüenza del proletariado, y encima tienes la cara de acusar de ser amigo de la patronal a quién hace la más mínima crítica.
Lo dejo aquí. Un saludo.
#24 No lo dejarás, seguirás haciéndole el trabajo a la patronal con todo ese discurso.
Que ya somos perros viejos...
#10 El actual es Anarkopasotismo de barra de bar y poco más.
#13 Enlacé mal, disculpe usted
Esta muerte tuvo un gran impacto entre los sindicalistas. Un monton de años después es el acontecimiento que recordaban.
No puedo leer más que un párrafo de la noticia
#4 El 19 de diciembre de 1919, la plaza de toros de Las Arenas de Barcelona era un hervidero de 20.000 obreros que se oponían al fin de la histórica huelga general de La Canadience. Solo Salvador Seguí Rubinat, el secretario general de la CNT recién salido de la cárcel, supo apaciguar a las masas y convencerlas de que debían aceptar la victoria y prepararse para el siguiente envite. Acababan de lograr, entre otras reivindicacirones, la jornada laboral de ocho horas.
Aquel despliegue de oratoria y ascendencia frente a las masas de trabajadores, elogiado incluso por figuras conservadoras como Eugeni d’Ors, sirve para comprender la figura legendaria en que se convirtió el líder anarcosindicalista al que todo el mundo conocía como El Noi del Sucre. El otro episodio clave fue el de su asesinato el 10 de marzo de 1923, del que se cumplen ahora cien años. En plena guerra social entre patronal y sindicatos anarquistas en Barcelona, que dejó casi 400 muertos –la mayoría, obreros–, Seguí fue tiroteado junto a su compañero Francesc Comas Peronas en el barrio del Raval.
Su asesinato paralizó la ciudad durante una semana. A sus 35 años, este pintor de paredes nacido en Tornabous, Lleida, era el carismático líder de una todopoderosa CNT con cerca de 800.000 afiliados –solo por comparar, la UGT tenía 240.000 en toda España–. Su entierro fue a escondidas, para evitar disturbios, pero esto no impidió que el de Paronas fuera masivo para despedir también a El Noi del Sucre.
“Su papel en la huelga de La Canadenca y su asesinato lo convierten en un mito, lo que a veces dificulta valorar el personaje histórico en toda su dimensión”, reflexiona el historiador y profesor Xavier Díez. Sus gestas más conocidas y su trágico final, apuntan quienes han indagado en su trayectoria, han eclipsado su faceta menos conocida de teórico del anarquismo y el sindicalismo. No ha ayudado tampoco que la historiografía oficial y las políticas de memoria histórica hayan tendido a “marginar” al anarcosindicalismo, dice Díez. “Le falta una gran biografía”, coincide el profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y exdiputado Xavier Domènech.
Nacido en 1887, El Noi del Sucre creció en la agitada Barcelona de principios del XX, formado a caballo entre los ateneos libertarios y sindicalistas y las barricadas de huelgas revolucionarias como la de 1902 y la Semana Trágica. Su carisma creció en un tiempo en que se premiaba el coraje para enfrentarse a la policía, pero también la habilidad oratoria en tertulias como la del Café Español del Paralelo. A los 30 años, en 1918, fue escogido secretario general de la CNT en la Asamblea de Sants, en una cúpula con otras jóvenes figuras como Ángel Pestaña o Joan Peiró. Luego vendría La Canadenca, su antagonismo con la burguesa Lliga Regionalista, varias etapas entre rejas y una gira de conferencias por toda España en 1922, antes de ser asesinado.
De revolucionario a estratega
Sobre la más desconocida faceta de Seguí como teórico, Domènech afirma: “El Noi del Sucre es un sindicalista, no un intelectual ni un escritor, y esto obliga a recopilar sus artículos e intervenciones sin que haya un archivo que lo facilite”. Pero dos libros lo han intentado recientemente: El pensament polític de Salvador Seguí (Virus Editorial), de Díez, y El colós de l’anarquisme (Lo Diable Gros), de Jordi Martí Font.
Ambas publicaciones, sirven para comprender que Seguí, además de ser un hombre de acción, contribuyó decisivamente a los fundamentos del anarcosindicalismo, un movimiento que fue hegemónico entre la clase obrera catalana a principios del siglo XX, a diferencia de la mayoría de países europeos. Pese al aura revolucionaria que rodea a Seguí, en una violenta Barcelona apodada como La rosa de fuego, fue alguien que evolucionó hacia el pragmatismo. Abogó por la unidad sindical, por el sindicato como herramienta para reemplazar el Estado y por tejer alianzas con clases profesionales y campesinas.
“No vamos a asaltar Roma, como los bárbaros, sino a invadir las posiciones de la burguesía para irlos sustituyendo en ellas”, dejó escrito meses antes de morir, después de pasar año y medio encerrado en la cárcel menorquina de La Mola. “Él apuesta por la evolución y no la revolución. Para empoderarse, la clase obrera necesita ser lo suficientemente madura, y esa voluntad de construcción requiere calma, no agitación constante. Usar el sindicato como un ensayo para el futuro de la sociedad”, apunta Díez.
“Seguí es un dirigente obrero que piensa en términos estratégicos muy amplios”, abunda Domènech. En plena reacción conservadora posterior a la Primera Guerra Mundial, con la patronal catalana tratando de hacerse con el control de las calles mediante la violencia y el uso de fuerzas paramilitares, El Noi del Sucre buscó alianzas con la UGT, con los campesinos (los rabassaires de su amigo Lluís Companys) o con luchas por rebajas en el precio de los alquileres o de los alimentos. “Entiende que para cambiar la sociedad necesita la complicidad de todos aquellos que la hacen funcionar”, añade Díez.
Entre otras de sus aportaciones, está también la defensa del sindicato como espacio de formación. Seguí tenía mucha sintonía con la Escuela Moderna que fundó el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, ejecutado como chivo expiatorio por los hechos de la Semana Trágica.
Del apodo al entierro
Sin más fuentes documentales que sus artículos en prensa y sus conferencias, así como los testimonios orales de la época, lo cierto es que hay otros episodios de su vida que también han alimentado el mito. Empezando por su apodo, El Noi del Sucre, que tendría su origen en que se comía los terrones de azúcar de los cafés que servía cuando trabajaba de camarero. Pero hay otros: por haber trabajado en una fábrica de azúcar, por su precocidad al entrar en las reuniones obreras… Incluso él se reía de ello en las entrevistas: “¡Hombre! Es porque de tan dulce que soy atraigo a las moscas”. Esto último aparece en la biografía de Manuel Cruells de 1974.
De sus inicios en la actividad sindical, se ha escrito que participó en un grupo radical llamado Els fills de puta (“Los hijos de puta”) y su primer texto publicado que recoge El colós de l’anarquisme es ya una polémica. Se trata de una petición de rectificación de 1907 al diario El Progreso, del Partido Radical de Alejandro Lerroux, que aseguraba que Seguí tenía vínculos con terroristas. Ante la negativa a enmendarse, un Seguí de 20 años se planta en un mitin de Lerroux en Barcelona, pide sin éxito la palabra y todo acaba en una monumental trifulca con un asistente muerto por una bala perdida.
Por último, su asesinato, nunca esclarecido pero siempre atribuido al Sindicato Libre de la patronal, es también una fuente de imprecisiones, alimentadas también por novelas como Escuela de Rebeldía, de 1923, atribuida originalmente al propio Seguí pero de autoría bastante cuestionada. O Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler, en 2016. Se dijo que justo antes de ser asesinado había quedado con Lluís Companys en Plaça Universitat, o que un día antes había desafiado a pecho descubierto a unos pistoleros frente a su casa en el Eixample de Barcelona.
Sobre el trágico final, un testimonio valioso fue el de su viuda, Teresa Muntaner, a la que el periodista Josep Maria Huertas Claveria entrevistó desde el exilio en Francia, en 1973, para la revista Triunfo. La anciana confirmó el suceso de la vigilia. Al salir del Teatro Cómico de Barcelona, en un acto para los presos políticos, sus compañeros –como Pestaña– quisieron acompañarle, pero él se negó. Al llegar en taxi a casa, un coche les había seguido. “Seguí salió [del taxi], no llevaba revólver ni nada, y se les acercó con las manos cruzadas y dijo: ‘Si tenéis valor, disparad’”. Pero no lo hicieron.
Al día siguiente, Muntaner, que en aquel momento estaba embarazada, asegura que Seguí estaba pintando un piso de Companys. “Me dijo que no le esperase para comer, pero sí para cenar, que tenía mucho sueño”, relató. “Pero no vino”. Ella se enteró del atentado por los vecinos. “Lo hicieron el Sindicato Libre pagado por la patronal, que les decía ‘tienes que matar a este hombre y a este otro’...”. Y proseguía en la entrevista: “Lo llevaron al Hospital Clínic y la gente quería asaltar el hospital. En un momento de despiste, lo sacaron a escondidas y lo enterraron para que no hubiese manifestaciones”. Fue en el Cementerio de Montjuïc, donde hoy tiene una lápida.
El sindicalista más influyente
“Resulta difícil encontrar a un dirigente sindical de su potencia y de su influencia. Él y toda su generación en la CNT”, resume Domènech. De la misma forma, no es fácil encontrar algo parecido en Europa a la capacidad de movilización de que gozó el anarcosindicalismo en España y especialmente en Barcelona. “[El historiador catalán] Vicens Vives, cuando se preguntaba por qué en Catalunya echó tantas raíces el anarquismo, llegó a la conclusión de que fue por culpa de la miopía de la burguesía. En otros países se canalizó institucionalmente la participación de los sindicatos”, aduce Díez. En Catalunya, lo que buscó la clase dirigente y la Lliga Regionalista en particular fue tomar el control de la calle con grupos paramilitares.
Debido a su muerte prematura y a los contactos que estableció con distintas orientaciones políticas –aunque siempre se negó a entrar en ningún partido–, Seguí ha sido reivindicado desde entonces por muchas tradiciones. Seis meses después de su asesinato llegó el golpe de Estado de Primo de Rivera. La CNT no volvería a alcanzar cotas parecidas de poder hasta la Guerra Civil. Desde entonces, El Noi del Sucre ha sido reivindicado por entornos como el del PSUC, ERC o legítimamente por el sindicalismo anarquista.
“Hay varios Seguís. El sindicalista, el revolucionario, el frentepopulista… Existe la tentación de atribuirle muchas cosas. Pero merece la pena reivindicar su figura por sí misma”, resume Domènech. “Hay que leerlo por su propuesta de mejorar la sociedad que consiste en el empodera
#8 gracias!!
#8 Como pequeño detalle añadido, al entierro de Paronas asistieron (según la prensa) unas 200.000 personas.