Con 5 añitos ya decía palabrotas e insultos a mis compañeros de clase.
—Qué gracioso. Son más grandes sus palabras que él mismo.
En primaria quitaba el bocadillo a los empollones.
—Cosas de niños. Deja que se apañen entre ellos.
Con 13 años me sancionaron 4 semanas sin jugar la liga con mi equipo de fútbol infantil por agresión a otros jugadores.
—Es competición. Hay que tener ambición e ir al límite o no llegarás a nada.
Malas notas, fiestas, peores compañías. Alguna que otra pelea de bar.
—Todos hemos cometidos errores de juventud. Hay que vivir la vida.
Mis dos tíos en el cuerpo me ayudan a prepararme las oposiciones para Policía Nacional.
—Tradición familiar. Servirá para enderezarte y que aprendas disciplina.
Después del ascenso a Inspector, me pillaron en un chanchullo con un par de conocidos camellos de la ciudad.
—Bueno… un caso aislado.