Oh, Lucila, cuánto añoro nuestra tierra y las doradas mieses de sus campos. Aquí, en Judea, los dioses han querido nublar el juicio de todos los hombres. Jamás logramos averiguar quién atentó contra el tribuno. Detuvimos al Frente Popular de Judea y también al Frente Judaico Popular, pues se acusaban mutuamente. Sin embargo, ambos afirmaban ser los auténticos rebeldes y acabaron autoinculpándose para darse más importancia que sus rivales.
Se dividieron, a su vez, en el Nuevo Frente Judaico, el Frente de Judea Renacido, los Revolucionarios de la Nueva Judea, el Frente de la Nueva Judea y el Frente de la Judea Auténtica, este último fragmentado en el ala radical y el ala radical auténtica. Confusos, acabamos por condenarlos a todos y, para nuestra sorpresa, se regocijaban en la desgracia de las otras facciones. Jamás vi tanta traición, salvo en mi anterior destino entre las tribus de Hispania.