No hay nada peor que morirse un lunes pero, como muchos dicen, cuando una puerta se cierra, se abre una ventana. Fue un día difícil para Jorge, que tuvo que lavarse las manos en numerosas ocasiones, después de dárselas al maldito gringo. Irse así, pensó, es un poco triste, pero qué más da. Solo hay que encontrar a Pedro, unas llaves, y abrir una puerta. Era algo así, si no recordaba mal pero, claro, estar muerto no es lo mejor para la claridad del pensamiento. Y sí, allí estaba Pedro, esperándolo. Sabía de su llegada, Jorge, qué tal ha dejado el mundo. Pensó algunos momentos y dijo: Pedro, ahora que las puertas del cielo están abiertas para mí, decir que es bueno despedirse de la tierra ahora, cuando cada vez hay más boludos y estos creen que el paraíso no es más que la libertad de convertir el paraíso, si es que alguna vez lo fue, en que viven en un auténtico infierno.