Uno de los nuestros

Llegó asustado, nervioso, como si fuera la primera vez que fuera a dar un discurso y nadie lo hubiese escuchado. Le preocupaba la gente que pudiera castigarle aunque no mucho. Aquel que había denunciado a uno de los suyos había sido abandonado por todos. Que se joda, exclamó la mayoría. Le preocupaba que alguno de los suyos le hiciera sombra y que empezaran a darle de lado. Total, tampoco era él el que más cadáveres tenía a sus espaldas. Otros le ganaban por goleada. Era uno más y, por un momento, deseó estar en la sombra, apartado, sin que nadie supiera de él. Decidió levantarse y no necesitó ni hablar. Alberto se acercó a él y le dijo: bienvenido, Carlos, eres y siempre serás uno de los nuestros; los muertos te respaldan.

Todos los presentes se pusieron en pie y aplaudieron, gritaron su nombre, corearon sus hazañas. Entonces Mazón supo que, en algún momento, sería el ministro para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. 223 muertos lo avalaban.