Hace 14 años | Por Fingolfin a desdecuba.com
Publicado hace 14 años por Fingolfin a desdecuba.com

Tocaron a la puerta con una orden de registro que la madre de Aldo apenas pudo ver. Fueron directo al cuarto para ocupar la computadora donde se almacenan las letras de esas canciones que circulan por todo el país. No hubo manera de hacerle ver al policía que aquel hombre de cabello largo y tatuajes por todo el cuerpo no era un delincuente. A los uniformados, se les da mal el hip hop y un peludo pintoreteado es lo que más se les parece a un malhechor.