Nadie vive oficialmente en los puentes de París desde finales del siglo XVIII. James B. es la excepción. En la base del Pont Louis Philippe, este hombre tiene su peculiar hogar que se convierte en un apartamento en primera línea de playa en el centro de París, cuando en verano los parísinos montan las "Paris Plages" (playas artificiales a orillas del Sena).