Es cierto que los juegos de generaciones pasadas no exhibían el nivel de complejidad ni realismo que muchas producciones ostentan hoy en día. Su fórmula de éxito era radicalmente distinta, y una parte integral de dicha fórmula sin duda eran los niveles o fases de bonus, que de solo ser mencionados de inmediato nos transportan mágicamente a aquellos divertidos niveles, que casi siempre apelaban a nuestro innato instinto de recolector, y que premiaban nuestro esfuerzo con suculentos ítems de regalo.