Ya desde la taquilla de la Sala X madrileña Alba, incrustada en el número 4 de la calle Duque de Alba, se masca el vicio, y un fuerte hedor a lubricidad reseca y a ambientador barato inunda tus fosas nasales. Pides una entrada y pagas los 6’50 euros: igual de caro que en el cine "normal", pero aquí puedes estar el tiempo que quieras y puedes hacer lo que quieras. El ventanuco de la taquilla te queda a la altura del plexo solar, de manera que ni tú puedes ver la cara del taquillero, ni el taquillero puede ver la tuya. Ante todo, discreción.
Comentarios
Nunca me habría imaginado que así fuera el interior de un cine que emite películas X... curioso.
Una palabra acude a mi mente: sordidez
¡Puaj! Lubricidad reseca
Ahi habra que entrar con chubasquero, ¿no?
madre mia, acabo de colocar a este periodista ligeramente por debajo de los reporteros de guerra. menudo asco pero, qué miedo!!!
Muy buen relato de terror... Oh wait!
Buen reportaje aunque un tanto "politicamente correcto", ya que no dice que de siempre ha sido un punto de encuentro gay, en barcelona almenos.
En todo caso destapa esa necesidad de libertad ante el tabu sexual.
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eltiempo.comOstras, pensaba que se habian hundido con Internet
¡Vaya tela!
Qué fuerte... yo siempre pensé que era simplemente para que los que no tienen internet se masturben a gusto.
madre mia... se te quitan las ganas de pasar ahi dentro..
el suelo tendrá moqueta como los cineplex?
Promocionando el cine en V.O.