Los delfines y leones marinos entrenados para detectar minas y localizar buzos del enemigo, arriesgando su vida, pronto serán retirados del servicio con la llegada de un nuevo robot de desminado en 2017 . En su servicio en la Armada estadounidense, que empezó en los años 60, estos animales usaron su habilidad natural como sónar y visión fina para detectar y localizar minas marinas, e incluso a buzos del enemigo.
La única excepción sería si tu fueras el autor original de ese texto en esa u otra web y te hubieras "plagiado" a ti mismo, que no sé si es el caso.
#1:
Acabo de descubrir una utilidad para los políticos españoles.
#15:
Los delfines son demasiado inteligentes para ir a la guerra por voluntad propia, por eso el Tío Sam los recluta a la fuerza. Estados Unidos los ha desplegado contra Sadam Hussein. En las templadas aguas del Golfo Pérsico, los delfines vigilan el puerto de Um Qsar. Provistos de cámaras, están adiestrados para detectar minas, atacar a los buceadores enemigos y evitar sabotajes. No son unos novatos. La Unidad de Mamíferos Marinos acumula cuatro décadas en su hoja de servicios. Su historial es uno de los más rocambolescos de la Guerra Fría.
El Pentágono obliga a los delfines a hacer la mili desde 1959. Primero en secreto. Más tarde, en los años setenta, la existencia de esta unidad naval formada por 160 peces entrenados para matar fue desclasificada. Se sabe que durante la guerra de Vietnam los delfines patrullaron la bahía de Cam Rahn. Y en 1987 sirvieron de escolta a los petroleros durante la guerra Irán-Irak. Participan en maniobras de la OTAN. Incluso han aprendido a saludar a sus superiores con un brinco y una pirueta más juguetona que marcial.
¿Por qué alistar a estos pacíficos seres? Porque, vistos con ojos de almirante, son pequeños submarinos de bolsillo: una velocidad de crucero de cinco nudos por hora, que puede llegar a los 20 nudos en combate; una autonomía de cientos de millas y un consumo de combustible de siete kilos de sardinas por día, el diesel de los mares. Además, el sonar biológico que permite al delfín no perderse nunca deja en mantillas a los modernos radares. Los delfines son capaces de distinguir, por la densidad del metal, la nacionalidad de un submarino. Pueden ser transportados en helicóptero a territorio hostil y no se desorientan. Son insustituibles a la hora de recuperar material electrónico muy sofisticado después de una prueba de lanzamientos de misiles o torpedos. Ellos lo hacen jugando, pero para los militares no es un juego recobrar las carísimas piezas del sistema de guiado de los proyectiles balísticos. Un delfín las detecta aunque estén enterradas en un lencho de fango de metro y medio de espesor. Y se las lleva a su amo como un perrillo fiel. Tal es su eficacia que fueron entrenados para localizar bombas atómicas extraviadas después del incidente de Palomares, cuando un bombardero chocó con un avión cisterna mientras repostaba en vuelo y dejó caer cuatro bombas en la costa de Almería. Un accidente similar, en Puerto Rico, demostró que los delfines encuentran cabezas atómicas y lo que les echen.
Fue la Guerra Fría y la carrera armamentística lo que hizo más apetecibles las prestaciones del delfín. Con el despliegue de los misiles Polaris, que pueden ser lanzados desde submarinos nucleares, la US Navy puso énfasis en la defensa de sus sumergibles. Los delfines (en especial los de nariz de botella y los beluga) fueron reclutados para proporcionar un cinturón adicional de seguridad. La Unidad de Mamíferos Marinos estableció su cuartel general en San Diego (California), con otras bases en Florida y Hawai. Los soviéticos crearon una unidad similar en 1966 y la ubicaron en el puerto de Sebastopol (Crimea) para dar protección a la Flota del Mar Negro. También morsas, leones marinos y cetáceos han jurado bandera.
En 1991 los delfines fueron desplegados por la Marina norteamericana para proteger de sabotajes a los submarinos Trident. Pero sufrían tanto estrés que enflaquecían a ojos vista y morían, desquiciados. Una coalición de protectoras de animales se querelló contra el Pentágono. En la denuncia hablaban de malos tratos: los peces recíban palos, puñetazos y pasaban hambre, como reclutas intimidados por un sargento de hierro. El programa fue cancelado. Pero los delfines siguieron su carrera militar. Fueron adiestrados en la “anulación de nadadores”, un eufemismo para designar la lucha cuerpo a cuerpo contra buceadores. Incluso se les diseñó un arma de defensa personal, una especie de bayoneta adosada al morro, que inyecta una burbuja de aire comprimido en el contrincante y le ocasiona una embolia.
La captura de delfines está restringida por una ley de 1972, con una excepción: la Armada norteamericana tiene permiso para capturar 25 delfines cada año porque los considera imprescindibles “para la defensa nacional”. La administración Bush quiere ahora restringir aún más la normativa. El derecho internacional prohíbe el acoso, la caza y captura de delfines, salvo con propósitos científicos muy limitados. Pero el Pentágono pretende descafeinar el término “acoso”, con el propósito de “salvar vidas humanas en combate”.
Los grupos ecologistas acusan a George W. Bush de sacar ventaja de una situación de guerra. Y han denunciado que la reciente muerte de 22 delfines en la Costa Azul puede estar relacionada con un empeoramiento de las condiciones de vida de los delfines militarizados. Un experto británico, Leo Sheridan, sospecha que los animales han participado en el bloqueo naval contra Irak desde que se decretó el embargo contra el régimen de Sadam. Los 22 delfines muertos en Francia podrían ser “desertores”. Según Sheridan, fueron ejecutados. “Los delfines llevan unos collares con electrodos que transmiten una señal de estrés si ven a un submarinista. La comunicación es de doble sentido: desde el barco nodriza se les puede estimular para que ataquen a buzos y los fuercen a sumergirse a cotas peligrosas. El collar estalla por control remoto gracias a una pequeña carga explosiva, si los delfines no llegan a su destino. Así se evitan miradas indiscretas. Pues bien, todos los cadáveres presentaban un agujero en el cuello del tamaño de un puño”. Sea o no cierto, de lo que no hay duda es del fin que espera a estos animales cuando pasan a la reserva: los que tienen suerte, acaban en acuarios para la diversión del público; y los que no, en la mesa de disección donde los científicos siguen tratando de desentrañar el enigma de su inteligencia
#5:
#0 El titular debería indicar "retirará" en vez de "retira", está previsto para el 2017.
Los delfines son demasiado inteligentes para ir a la guerra por voluntad propia, por eso el Tío Sam los recluta a la fuerza. Estados Unidos los ha desplegado contra Sadam Hussein. En las templadas aguas del Golfo Pérsico, los delfines vigilan el puerto de Um Qsar. Provistos de cámaras, están adiestrados para detectar minas, atacar a los buceadores enemigos y evitar sabotajes. No son unos novatos. La Unidad de Mamíferos Marinos acumula cuatro décadas en su hoja de servicios. Su historial es uno de los más rocambolescos de la Guerra Fría.
El Pentágono obliga a los delfines a hacer la mili desde 1959. Primero en secreto. Más tarde, en los años setenta, la existencia de esta unidad naval formada por 160 peces entrenados para matar fue desclasificada. Se sabe que durante la guerra de Vietnam los delfines patrullaron la bahía de Cam Rahn. Y en 1987 sirvieron de escolta a los petroleros durante la guerra Irán-Irak. Participan en maniobras de la OTAN. Incluso han aprendido a saludar a sus superiores con un brinco y una pirueta más juguetona que marcial.
¿Por qué alistar a estos pacíficos seres? Porque, vistos con ojos de almirante, son pequeños submarinos de bolsillo: una velocidad de crucero de cinco nudos por hora, que puede llegar a los 20 nudos en combate; una autonomía de cientos de millas y un consumo de combustible de siete kilos de sardinas por día, el diesel de los mares. Además, el sonar biológico que permite al delfín no perderse nunca deja en mantillas a los modernos radares. Los delfines son capaces de distinguir, por la densidad del metal, la nacionalidad de un submarino. Pueden ser transportados en helicóptero a territorio hostil y no se desorientan. Son insustituibles a la hora de recuperar material electrónico muy sofisticado después de una prueba de lanzamientos de misiles o torpedos. Ellos lo hacen jugando, pero para los militares no es un juego recobrar las carísimas piezas del sistema de guiado de los proyectiles balísticos. Un delfín las detecta aunque estén enterradas en un lencho de fango de metro y medio de espesor. Y se las lleva a su amo como un perrillo fiel. Tal es su eficacia que fueron entrenados para localizar bombas atómicas extraviadas después del incidente de Palomares, cuando un bombardero chocó con un avión cisterna mientras repostaba en vuelo y dejó caer cuatro bombas en la costa de Almería. Un accidente similar, en Puerto Rico, demostró que los delfines encuentran cabezas atómicas y lo que les echen.
Fue la Guerra Fría y la carrera armamentística lo que hizo más apetecibles las prestaciones del delfín. Con el despliegue de los misiles Polaris, que pueden ser lanzados desde submarinos nucleares, la US Navy puso énfasis en la defensa de sus sumergibles. Los delfines (en especial los de nariz de botella y los beluga) fueron reclutados para proporcionar un cinturón adicional de seguridad. La Unidad de Mamíferos Marinos estableció su cuartel general en San Diego (California), con otras bases en Florida y Hawai. Los soviéticos crearon una unidad similar en 1966 y la ubicaron en el puerto de Sebastopol (Crimea) para dar protección a la Flota del Mar Negro. También morsas, leones marinos y cetáceos han jurado bandera.
En 1991 los delfines fueron desplegados por la Marina norteamericana para proteger de sabotajes a los submarinos Trident. Pero sufrían tanto estrés que enflaquecían a ojos vista y morían, desquiciados. Una coalición de protectoras de animales se querelló contra el Pentágono. En la denuncia hablaban de malos tratos: los peces recíban palos, puñetazos y pasaban hambre, como reclutas intimidados por un sargento de hierro. El programa fue cancelado. Pero los delfines siguieron su carrera militar. Fueron adiestrados en la “anulación de nadadores”, un eufemismo para designar la lucha cuerpo a cuerpo contra buceadores. Incluso se les diseñó un arma de defensa personal, una especie de bayoneta adosada al morro, que inyecta una burbuja de aire comprimido en el contrincante y le ocasiona una embolia.
La captura de delfines está restringida por una ley de 1972, con una excepción: la Armada norteamericana tiene permiso para capturar 25 delfines cada año porque los considera imprescindibles “para la defensa nacional”. La administración Bush quiere ahora restringir aún más la normativa. El derecho internacional prohíbe el acoso, la caza y captura de delfines, salvo con propósitos científicos muy limitados. Pero el Pentágono pretende descafeinar el término “acoso”, con el propósito de “salvar vidas humanas en combate”.
Los grupos ecologistas acusan a George W. Bush de sacar ventaja de una situación de guerra. Y han denunciado que la reciente muerte de 22 delfines en la Costa Azul puede estar relacionada con un empeoramiento de las condiciones de vida de los delfines militarizados. Un experto británico, Leo Sheridan, sospecha que los animales han participado en el bloqueo naval contra Irak desde que se decretó el embargo contra el régimen de Sadam. Los 22 delfines muertos en Francia podrían ser “desertores”. Según Sheridan, fueron ejecutados. “Los delfines llevan unos collares con electrodos que transmiten una señal de estrés si ven a un submarinista. La comunicación es de doble sentido: desde el barco nodriza se les puede estimular para que ataquen a buzos y los fuercen a sumergirse a cotas peligrosas. El collar estalla por control remoto gracias a una pequeña carga explosiva, si los delfines no llegan a su destino. Así se evitan miradas indiscretas. Pues bien, todos los cadáveres presentaban un agujero en el cuello del tamaño de un puño”. Sea o no cierto, de lo que no hay duda es del fin que espera a estos animales cuando pasan a la reserva: los que tienen suerte, acaban en acuarios para la diversión del público; y los que no, en la mesa de disección donde los científicos siguen tratando de desentrañar el enigma de su inteligencia
"las Fuerzas Aéreas ya usan drones capaces de cumplir misiones de inteligencia o atacar al enemigo sin arriesgar la vida humana ni gastar mucho tiempo y dinero para el mantenimiento de la plantilla."
Claro que no arriesgan vidas humanas, los drones disparan flores que enfadan a los enemigos... De los miles de civiles que mueren por estos juguetitos no hablamos, ¿no?, porque son "el enemigo".
El sindicato de los delfines está que trina. Fuera bromas, me parece una aberración el uso al que estaban destinados estos animales, en realidad todo lo relacionado con el mundo de las armas da bastante grima.
Comentarios
Acabo de descubrir una utilidad para los políticos españoles.
#0 El titular debería indicar "retirará" en vez de "retira", está previsto para el 2017.
#5 claro cuando ya no queden, lo tienen bien pensao.
Los delfines son demasiado inteligentes para ir a la guerra por voluntad propia, por eso el Tío Sam los recluta a la fuerza. Estados Unidos los ha desplegado contra Sadam Hussein. En las templadas aguas del Golfo Pérsico, los delfines vigilan el puerto de Um Qsar. Provistos de cámaras, están adiestrados para detectar minas, atacar a los buceadores enemigos y evitar sabotajes. No son unos novatos. La Unidad de Mamíferos Marinos acumula cuatro décadas en su hoja de servicios. Su historial es uno de los más rocambolescos de la Guerra Fría.
El Pentágono obliga a los delfines a hacer la mili desde 1959. Primero en secreto. Más tarde, en los años setenta, la existencia de esta unidad naval formada por 160 peces entrenados para matar fue desclasificada. Se sabe que durante la guerra de Vietnam los delfines patrullaron la bahía de Cam Rahn. Y en 1987 sirvieron de escolta a los petroleros durante la guerra Irán-Irak. Participan en maniobras de la OTAN. Incluso han aprendido a saludar a sus superiores con un brinco y una pirueta más juguetona que marcial.
¿Por qué alistar a estos pacíficos seres? Porque, vistos con ojos de almirante, son pequeños submarinos de bolsillo: una velocidad de crucero de cinco nudos por hora, que puede llegar a los 20 nudos en combate; una autonomía de cientos de millas y un consumo de combustible de siete kilos de sardinas por día, el diesel de los mares. Además, el sonar biológico que permite al delfín no perderse nunca deja en mantillas a los modernos radares. Los delfines son capaces de distinguir, por la densidad del metal, la nacionalidad de un submarino. Pueden ser transportados en helicóptero a territorio hostil y no se desorientan. Son insustituibles a la hora de recuperar material electrónico muy sofisticado después de una prueba de lanzamientos de misiles o torpedos. Ellos lo hacen jugando, pero para los militares no es un juego recobrar las carísimas piezas del sistema de guiado de los proyectiles balísticos. Un delfín las detecta aunque estén enterradas en un lencho de fango de metro y medio de espesor. Y se las lleva a su amo como un perrillo fiel. Tal es su eficacia que fueron entrenados para localizar bombas atómicas extraviadas después del incidente de Palomares, cuando un bombardero chocó con un avión cisterna mientras repostaba en vuelo y dejó caer cuatro bombas en la costa de Almería. Un accidente similar, en Puerto Rico, demostró que los delfines encuentran cabezas atómicas y lo que les echen.
Fue la Guerra Fría y la carrera armamentística lo que hizo más apetecibles las prestaciones del delfín. Con el despliegue de los misiles Polaris, que pueden ser lanzados desde submarinos nucleares, la US Navy puso énfasis en la defensa de sus sumergibles. Los delfines (en especial los de nariz de botella y los beluga) fueron reclutados para proporcionar un cinturón adicional de seguridad. La Unidad de Mamíferos Marinos estableció su cuartel general en San Diego (California), con otras bases en Florida y Hawai. Los soviéticos crearon una unidad similar en 1966 y la ubicaron en el puerto de Sebastopol (Crimea) para dar protección a la Flota del Mar Negro. También morsas, leones marinos y cetáceos han jurado bandera.
En 1991 los delfines fueron desplegados por la Marina norteamericana para proteger de sabotajes a los submarinos Trident. Pero sufrían tanto estrés que enflaquecían a ojos vista y morían, desquiciados. Una coalición de protectoras de animales se querelló contra el Pentágono. En la denuncia hablaban de malos tratos: los peces recíban palos, puñetazos y pasaban hambre, como reclutas intimidados por un sargento de hierro. El programa fue cancelado. Pero los delfines siguieron su carrera militar. Fueron adiestrados en la “anulación de nadadores”, un eufemismo para designar la lucha cuerpo a cuerpo contra buceadores. Incluso se les diseñó un arma de defensa personal, una especie de bayoneta adosada al morro, que inyecta una burbuja de aire comprimido en el contrincante y le ocasiona una embolia.
La captura de delfines está restringida por una ley de 1972, con una excepción: la Armada norteamericana tiene permiso para capturar 25 delfines cada año porque los considera imprescindibles “para la defensa nacional”. La administración Bush quiere ahora restringir aún más la normativa. El derecho internacional prohíbe el acoso, la caza y captura de delfines, salvo con propósitos científicos muy limitados. Pero el Pentágono pretende descafeinar el término “acoso”, con el propósito de “salvar vidas humanas en combate”.
Los grupos ecologistas acusan a George W. Bush de sacar ventaja de una situación de guerra. Y han denunciado que la reciente muerte de 22 delfines en la Costa Azul puede estar relacionada con un empeoramiento de las condiciones de vida de los delfines militarizados. Un experto británico, Leo Sheridan, sospecha que los animales han participado en el bloqueo naval contra Irak desde que se decretó el embargo contra el régimen de Sadam. Los 22 delfines muertos en Francia podrían ser “desertores”. Según Sheridan, fueron ejecutados. “Los delfines llevan unos collares con electrodos que transmiten una señal de estrés si ven a un submarinista. La comunicación es de doble sentido: desde el barco nodriza se les puede estimular para que ataquen a buzos y los fuercen a sumergirse a cotas peligrosas. El collar estalla por control remoto gracias a una pequeña carga explosiva, si los delfines no llegan a su destino. Así se evitan miradas indiscretas. Pues bien, todos los cadáveres presentaban un agujero en el cuello del tamaño de un puño”. Sea o no cierto, de lo que no hay duda es del fin que espera a estos animales cuando pasan a la reserva: los que tienen suerte, acaban en acuarios para la diversión del público; y los que no, en la mesa de disección donde los científicos siguen tratando de desentrañar el enigma de su inteligencia
#15 Muy buena explicación, pero los delfines no son peces, son mamíferos.
#16 cierto. Es de un post que puso un amgio en una noticia de la web que un compañero ha indicado antes.
#15 Interesante de veras
#15 Ya que obviamente el comentario lo has copiado/pegado de otro sitio no estaría de más que indicaras de donde. Buscando en Google aparece el texto en este enlace: http://www.agentesdeseguridadprivada.com/t2447-delfines-militares
La única excepción sería si tu fueras el autor original de ese texto en esa u otra web y te hubieras "plagiado" a ti mismo, que no sé si es el caso.
#20 de ahí lo saqué
#15 Los delfines no son peces.
#25 salvo el desliz del autor, no creo que no haya nadie que no lo sepa.
Por cierto, ¿Sabías que una margarita no es una flor, sino que son cientos de flores que juntas parecen una sola?
#15 Y algún día nos echarán a la mar.
se podrian ahorrar tambien el robot si ellos y España entre otros muchos dejasen de fabricar y comercializar minas de todo tipo
A mí me hace gracia esto:
"las Fuerzas Aéreas ya usan drones capaces de cumplir misiones de inteligencia o atacar al enemigo sin arriesgar la vida humana ni gastar mucho tiempo y dinero para el mantenimiento de la plantilla."
Claro que no arriesgan vidas humanas, los drones disparan flores que enfadan a los enemigos... De los miles de civiles que mueren por estos juguetitos no hablamos, ¿no?, porque son "el enemigo".
¿Van a hacer un ERE con los delfines?
David Meca ya puede tener otra utilidad.
Me alegro por los delfines, hay que ser muy hijoputa para entrenarlos para eso.
#6 Siendo frios, o ellos o nosotros.....
#6 No los utilizaban para que explotaran Es lo mismo que los perros para los explosivos o el dinero. Se acercan y lo señalan nada mas.
#10 como mola tanto ofrece a tu hijo para que lo haga....
#10 El perro va acompañado de su guia, dudo que lo hicieran con los delfines, y en la noticia lo pone, que arriesgaban su vida.
#14 Ya pero arriesgar no es sinónimo de perder, seguro que algunos han pasado a mejor vida, pero no quiere decir que lo hagan todos por defecto.
#6 los iraníes usaban niños para algo peor, los animales escapaban al obligarles a cruzar un campo minado después de explotar la primera mina.
Lo suyo sería haber creado delfines robot.
El sindicato de los delfines está que trina. Fuera bromas, me parece una aberración el uso al que estaban destinados estos animales, en realidad todo lo relacionado con el mundo de las armas da bastante grima.
al final es cierto eso de que los robots nos van a quitar el trabajo a todos...
Me pregunto cómo los van a retirar. Espero que no sea en el sentido que me estoy imaginando.
Sdarom.... Parece que te diseñaron genéticamente para ser el garrulo perfecto....
¡Vaya!, ¡qué considerados los marines! ...
... habrá que darles el Premio Nobel de La Paz.
¡Hurra!
joder, que mal estamos, hasta los delfines se van al paro
Lamentable que jamás haya existido....e