Fueron creadas en la I Guerra Mundial para que los soldados nipones recluidos en submarinos se desahogaran tras los combates. Hoy, casi un siglo después, aunque siguen fabricándose al más puro estilo ‘banzai’, el pedazo de plástico inflado con tres agujeros ha sido reemplazado por auténticas imitaciones de mujeres realmente explosivas.
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