Hace 13 años | Por gondesegovia a eladelantado.com
Publicado hace 13 años por gondesegovia a eladelantado.com

Montserrat Sanz Yagüe, española que trabaja como profesora en la Universidad de Kobe (Japón), relata el sentido de colectividad del pueblo japonés, de su primer ministro al último funcionario o soldado del ejército, ante la catástrofe del terremoto, del posterior tsunami y de la crisis de las centrales nucleares.

Comentarios

tsumy

Dejando de lado el mensaje interno que transmite el mono azul de trabajo, y lo imposible que sería ver aquí a un político con el uniforme de protección civil (por decir alguno) me gustaría recalcar estas historias y el mensaje que se desprende de ellas [C&P]:

* La primera es la de un soldado cargando en la espalda a una señora de unos 55 años que ha rescatado después de horas de navegar a la deriva en un trozo de suelo que flotaba. El soldado sienta a la señora con cuidado sobre una silla. Lo primero que hace la señora es levantarse, hacer una reverencia completa al soldado y darle las gracias. Luego se sienta y le cuenta al reportero que lo está filmando todo que ella se ha salvado pero que a su hija se la llevó el agua.
* La segunda es de un soldado y una señora mayor que caminan juntos entre los escombros. Cuando llegan a un punto, los dos juntan las manos, cierran los ojos, inclinan ligeramente la cabeza y rezan en silencio durante unos minutos. El cámara se abstiene de rodar si lo que hay debajo es un cadáver o sólo la casa de la señora en ruinas. Cuando acaban su oración, la señora, sin lágrimas pero profundamente emocionada, le dice al soldado: "Muchas gracias. Ahora ya estoy segura" (literalmente, "he podido comprobarlo").
La tercera implica a un empresario, el dueño de una fábrica de sake con cincuenta empleados.
* Después del terremoto, les dijo a sus empleados que se fuesen a casa o a los refugios. Veinte minutos después, el tsunami se tragaba su fábrica. Lleva tres días buscando uno por uno a sus empleados, visitando todos los refugios a pie. Hasta ayer había localizado a veinticinco con vida. Le dice al periodista que lo que más siente no es haber perdido todo lo que poseía, sino que se haya roto la larga historia de su fábrica de sake. "Intentaré reconstruir mi negocio", dice. Por ahora sólo quiere saber de sus empleados.

Estas imágenes me recuerdan que, en la estructura social de Japón, no se da por hecho que el servicio que te ofrece un trabajador es un derecho, sino un privilegio que hay que agradecer.

andreloff

La foto:

thirdman

la estructura social de Japón, no se da por hecho que el servicio que te ofrece un trabajador (en este caso, los soldados) es un derecho, sino un privilegio que hay que agradecer.

Mucha mas gente debería pensar asi

SamCrow

Stunami, parece un jugador del Levante.