Hace 13 años | Por wochi a elpais.com
Publicado hace 13 años por wochi a elpais.com

Crecí en una familia que, como muchas en los años setenta, estaba bastante de acuerdo con la máxima que enunció elocuentemente Simone de Beauvoir en 1949: "No se nace mujer, se llega a serlo". Por lo tanto, mi madre se negó a comprar Barbies a sus hijas; mi hermana y yo tuvimos un montón de Legos y coches de juguete. La lucha contra los estereotipos de género empezaba en casa... Pero de pronto descubrí que, casi sin que me hubiera dado cuenta, las puertas se habían cerrado. Mi hija está creciendo en un mundo que potencia valores medievales.

Comentarios

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(...) Es digno de notar que esta tendencia a insistir en que la igualdad entre hombres y mujeres está limitada por condicionantes biológicos imposibles de obviar aparece justo en el momento en que las mujeres ocupan un papel cada vez más relevante y variado en la vida pública y los hombres empiezan a animarse a adoptar en los hogares lo que antes se consideraba el papel femenino. (...)

Qué casualidad, ¿verdad?

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Es cierto que hay la última generación de padres no hace ningún esfuerzo en no inculcar los roles machistas que venden incluso los catálogos de juguetes. Mis padres nunca me regalaron un bebé de juguete o una cocinita, pero tuve mi bici y mi spectrum. Ahora veo padres que con sus veintitantos se dejan llevar por la inercia de la publicidad, regalando a los niños cosas de niños y a las niñas cosas rosas.

Lo que da pena es que precisamente la gente que tuvo este tipo de educación han sido los más torpes en planificación familiar, convirtiéndose en madres/padres solteros muy jóvenes. Mientras tanto, a los que no nos enseñaron que el principal rasgo de identidad es ser hombre/mujer, somos los más concienciados con esto y claro, no tenemos críos como para aplicar una educación igualitaria. En fin.

D

Lo que se suponía que iba a ser la libertad de elegir algo rosa de vez en cuando parece haberse convertido en la obligación de ahogarse en un océano rosa.

Cuidao que a mí ya me da grimilla cada vez que veo a un tío de rosa. Es que les veo y pienso: fijo que ni les gusta el color, fijo que ni les gusta mirarse así al espejo, pero se visten así porque han oído que a las tías les gusta. Putas (personas) fashion victims...

He llegado algo más lejos, pero es que ¡el artículo es inmenso!