La idea es clara: aprovechar lo que ya existe en una ciudad donde apenas queda espacio edificable. El Ayuntamiento ha identificado unos 800 edificios susceptibles de reconversión, en su mayoría oficinas que han perdido utilidad tras la pandemia y el auge del teletrabajo. Incluso grandes grupos privados, como LVMH, se han visto obligados a integrar viviendas asequibles en sus proyectos. En el caso de la renovación de los almacenes La Samaritaine, la empresa de lujo tuvo que añadir 96 pisos sociales al nuevo complejo comercial.
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Por mucho que se construya, la demanda para vivir en París es, a efectos prácticos, infinita.
Pero bueno, a ver si tienen razón y me demuestran lo equivocado que estoy. Podremos resolver un problema que tiene milenios...