Mi público está compuesto, mayoritariamente, por mujeres. Señoras que rebasan los sesenta y cargan más horas de rodaje culinario a la espalda que yo. Saben más. Cocinan mejor. Algunas de ellas hace más de cuarenta años que solucionan a diario desayunos, comidas, meriendas y cenas. Y, aun así, a estas alturas de la película, siguen considerando que pueden aprender algo en una charla de cocina. Es muy curioso. Casi siempre, ante un público de estas características, mi discurso, tenga el eje temático que tenga, pasa por romper la costra que las