Hace 11 años | Por elTafaner a blogs.laveupv.com
Publicado hace 11 años por elTafaner a blogs.laveupv.com

En la actualidad las sutilezas han dejado paso a las vivas exigencias tormentas los micrófonos que exigen que se avance en la aplicación de las doctrinas católicas en todos los ámbitos alcanzables, sin permitir que se cuestione ningún privilegio existente. Empezando por la casilla para la Iglesia católica en la declaración de la renta. Aquí están también los diferentes arzobispados manteniendo la pugna para evitar pagar el IBI a los ayuntamientos, como si sus posesiones no fueran de este mundo.

Comentarios

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Todo el mundo sabe con que sueña una gran parte del clero. Aunque a muchos les resulte molesto.
https://www.google.es/search?q=pedofilia+iglesia+catolica&oq=pedofilia+iglesia+catolica&aqs=chrome.0.57.5303j0&sourceid=chrome&ie=UTF-8

Pero efectivamente, seguro que después de resudar las sábanas con lo anterior, lo que más les excita es una nueva guerra santa.

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Traducción:

La iglesia católica, milenaria institución siempre afanada a recordarnos las bondades de su divina misión en el mundo, salvarnos de nosotros mismos, se ha abocado a una implacable cruzada de reconquista para incrustar en las leyes (que según parece son más accesibles que las conciencias ciudadanas), su recto orden moral.

Hubo un tiempo en que las conspiraciones encabezadas por la iglesia se teje con la delicadeza de un iceberg surcando los mares a la deriva: un bloque gélido y formidable que esconde la mayor parte de su volumen, silencioso y capaz de destrozar su víctima si ésta se despistaba y tardaba demasiado en reaccionar. Históricamente se encuentran numerosas ocasiones en que han naufragado aquellos que han intentado de una manera u otra socavar la teológica autoridad o mundano poder del clero: Galileo, los cátaros o todos aquellos que fueron iluminados por la luz de las hogueras de la Inquisición disfrutaron con más o menos éxtasis de la firme mano de los subalternos del Papa de Roma.

En la actualidad las sutilezas han dejado paso a las vivas exigencias tormentas los micrófonos que exigen que se avance en la aplicación de las doctrinas católicas en todos los ámbitos alcanzables, sin permitir que se cuestione ningún privilegio existente. Empezando por la casilla para la Iglesia católica en la declaración de la renta. Aquí están también los diferentes arzobispados manteniendo la pugna para evitar pagar el IBI a los ayuntamientos, como si sus posesiones no fueran de este mundo. O al gobierno central con una reforma educativa que mantendrá la asignatura de religión arraigada al currículo escolar y las subvenciones a los centros educativo que separen a los niños en función del sexo, política que cuenta con el aplauso entusiasta de la Generalidad.

Desde la conferencia episcopal apunta a los objetivos de esta nueva guerra santa: extender los dominios de la moral del rosario a los cuerpos de las mujeres para arrebatar este pecaminoso derecho a decidir sobre su cuerpo, partiendo por todo análisis de la situación de la ciencia teológica, aquella que emana de un libro escrito hace miles de años, cuando la alquimia era una incipiente filosofía revolucionaria. Y se descartan todos aquellos avances en el conocimiento del universo que hubieran podido desarrollarse a posteriori, ya que cuestionar la autoridad del antiguo sería un vanidoso desacato a la tradición.

¿Dónde se encuentra el límite? Constitucional o no, también se insiste contra viento y marea en derogar los matrimonios entre personas del mismo sexo. Declarar nulos algunos matrimonios ya fue una conquista de la curia católica en el siglo pasado: tras conseguir la aprobación del divorcio durante la II República y que miles de personas ejercieran su derecho a separarse y rehacer su vida o casarse de nuevo como les diera la gana, los obispos consiguieron durante la dictadura la derogación de la ley del divorcio para imponer la voluntad de las sotanas, obligándose a todos los divorciados a volver a sus anteriores matrimonios, algunos de los cuales llevaban años completamente liquidados, bajo pena de prisión por abandono de quien se resistiera. Así se impuso la doctrina cristiana de nuevo, por medio de la ley.

Es por ello que la vindicación de un estado laico desgraciadamente debe mantenerse vigente hoy en día, debido a que aún no se ha conseguido: la influencia de las esferas religiosas sigue siendo muy fuerte y su presión se hace notar en todas las capas de la sociedad y del estado, combatiendo para llevar su moral no a los creyentes sino a toda la sociedad, comulgue o no con sus dogmas. Es por ello que hay que seguir luchando por la separación del estado y la iglesia.