Salif Keïta nació en una aldea llamada Djoliba (pronunciado [yolíba]), en el centro-suroeste del Sudán francés (colonia del Imperio francés entre 1879 y 1960), a 40 km al sudoeste de Bamako (capital de Malí), en el seno de una familia de descendientes del rey Sundiata Keïta, por lo que eran considerados nobles. Keita fue marginado por su familia y apartado de su sociedad por ser albino, signo de mala suerte en la cultura mandinga.