El asalto policial perpetrado la noche del viernes pasado contra la Embajada de México en Quito golpea seriamente la credibilidad internacional de Ecuador y de su presidente, Daniel Noboa. Que el presidente de Ecuador se vuelva un émulo de su homólogo de El Salvador e incluso lo supere, evidencia la peligrosa expansión de las pulsiones autoritarias en toda América. Ante esas actitudes urge defender las normas básicas de convivencia internacional. Su violación solo genera escenarios aún más sombríos.
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