En enero de 1944, Franklin D. Roosevelt lanzó una severa advertencia al Congreso: «Los hombres necesitados no son hombres libres». Roosevelt reconoció que para derrotar el autoritarismo en el extranjero era necesario hacer frente a la inseguridad económica en el país. La democracia, insistió, exigía algo más que derechos políticos abstractos: necesitaba dignidad económica. «Las personas que pasan hambre y no tienen trabajo», advirtió, «son el caldo de cultivo de las dictaduras».
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