Las personas no evaluamos la realidad tomando cada nuevo evento como un punto aislado, sin contexto, sin un antes y un después, juzgando lo dicho sin tener en cuenta quien lo dice. La fuente de un mensaje, quien lo emite, es inseparable del contenido del mensaje mismo. Y eso nos ayuda a entender el mundo que nos rodea, a ordenarlo y a desenvolvernos competentemente en él. Demonizar el «y tú más» equivaldría a que nos dé «igual ocho que ochenta».