Hace 9 meses | Por jdmf a elpais.com
Publicado hace 9 meses por jdmf a elpais.com

En el momento en el que se escribió este reportaje, había en España 37.117 personas viviendo en la calle. La meta de Hogar Sí para 2030 es que no haya ningún ser humano durmiendo en las calles españolas. Podría parecer una intención que peca de optimismo, pero en Europa ya hay un ejemplo de éxito al que aspirar: Finlandia. El país nórdico se ha convertido en el único país del mundo en acabar con el sinhogarismo dando un hogar a 16.300 personas que vivían en la calle aplicando el sistema Housing First.

Comentarios

Bueno, mi opinión personal (y lamento tener opinión personal, pero vosotros también la tenéis) es que cuando sobran seres humanos, es inmoral traer a este mundo a más seres humanos, sobre todo porque me parece bastante duro darles a los niños una crianza en la que ellos se acostumbran a vivir viendo a otros seres humanos sobrando, durmiendo en la calle.

Sobran seres humanos cuando sobran económicamente, es decir, cuando hay gente sufriendo una pobreza inmerecida e injusta.

Ahora bien: esa es mi opinión, la de que la pobreza inmerecida e injusta es horrible. Pero debo entender que otras personas pueden tener una opinión distinta a la mía, y pueden considerar que la pobreza inmerecida e injusta es estupenda, y por eso votan capitalismo y monarquía, y defienden el derecho de hacer que sus hijos nazcan en esa pobreza inmerecida e injusta.

Y ni mi opinión es mejor que la de ellos, ni la de ellos es mejor que la mía. Son formas de opinar distintas. Lo único que digo es que si hay pobreza inmerecida e injusta, a lo mejor, antes de plantearnos combatirla, quizá deberíamos preguntarnos si esa pobreza existe porque la gente la desea, la considera estupenda para sus hijos, y la protege y preserva, dicha pobreza injusta, votando capitalismo y monarquía.

Porque el hecho de que a nosotros nos parezca que la pobreza injusta es horrible no nos da el derecho de ser aporófobos contra quienes consideran que la pobreza injusta es estupenda para ellos y, por tanto, también para sus descendientes.

Tenemos que aprender a respetarnos los unos a los otros la diversidad de ideas, aunque las ideas de los demás sean muy distintas a las nuestras, porque en eso consiste el civismo.