En 1995 se estrenaba Hackers, dirigida por Iain Softley. Una película que, en su momento, fue vapuleada por la crítica y apenas tuvo éxito en taquilla, pero que con el tiempo se convirtió en un clásico de culto. Su estética cyberpunk, su banda sonora electrónica con The Prodigy, Orbital o Underworld, y sus personajes adolescentes con nicks como Crash Override, Acid Burn o Lord Nikon, dibujaban un mundo donde los ordenadores eran mucho más que herramientas digitales: eran la llave para desafiar a las grandes corporaciones.