Vivía solo, sin perro que le ladrase, ni gato que le maullara, ni vecinos estridentes que estorbaran con lereles o chunda-chundas sus reposadas lecturas. Vivía solo porque le gustaba aquella clase de vida, aunque sabía muy bien que tanto aislamiento y tanta oportunidad de darle vueltas a las cosas no le convenía para nada a su carácter.
En realidad, lo que no le convenía en absoluto era su carácter. Su caso era uno de los muchos ejemplos que pueden encontrarse cada día de que no es verdad, ni mucho menos, que las personas vayan desarrollando poco a poco las costumbres y los mecanismos de actuación que les exige el entorno para enfrentarse a los problemas habituales. A veces, por vete a saber qué errores o que extravíos de la naturaleza, lo que se acaba por desarrollar, ¡y de qué manera!, es el modo de tener cada vez más presentes los problemas y más lejos la solución. En el caso de Gonzalo, el mecanismo era particularmente eficiente para atraerle la clase de relaciones y amistades que sólo podían causarle disgustos y quebraderos de cabeza.
Aquella noche, entre unas cosas y otras, se le habían hecho las once sin que encontrase momento para prepararse la cena: primero fue lo de Robles y luego aquella maldita llamada. Daba igual. El caso es que le habían quitado el apetito. De todos modos, en días menos atribulados que aquel 15 de noviembre, tampoco cenaba Gonzalo gran cosa fuera de una lonchas de embutido, un trozo de queso duro y alguna ocasional lata de conservas.
Aquella noche la cena era lo de menos. Le daba igual si quedaban o no huevos en la nevera o si las salchichas estaban caducadas. Le daba igual absolutamente todo. Había llegado al extremo en todas las facetas de su vida: le tomaban el pelo en el trabajo, lo menospreciaba su jefe y le llamaba la mujer que le gustaba para decirle que no podría quedar con él, como habían acordado, porque se le había estropeado el vídeo y no podría grabar el capítulo de esa noche de vete a saber qué serie idiota.
Había planeando al milímetro sus palabras y su actitud para la oportunidad de aquella noche y ella no sale porque se pierde el capítulo de una serie. El colmo. Aquello había sido el colmo.
Después de pasear unos minutos por su habitación tratando de poner algún orden en la leonera de sus pensamientos, Gonzalo se sentó, cogió un folio y un bolígrafo y se dispuso a escribir.
No había empezado aún cuando pensó que la ocasión requería algo más solemne, así que se levantó de nuevo, fue hasta el salón, cogió la pluma con punta de oro, abrió un frasco lacrado de tinta, llenó la pluma y se sentó de nuevo, listo, ahora sí, para escribir:
Sr. Juez:
Comprendo que estará hasta la coronilla de que todos los depresivos de la ciudad se dirijan a usted en circunstancias como esta. Comprendo también que en vez de esta clase de misivas preferiría recibir cartas de secretas admiradoras citándolo a usted a las diez en punto delante de la fuente de la Plaza del Grano. Pero ya ve: la vida es así y hay que aceptarla como viene o pedir un visado para el Otro Barrio en la embajada del Infierno, que es lo que me dispongo yo a hacer en cuanto acabe esta carta.
Por cierto: debo confesarle que el arma que utilizaré no está legalizada; me la vendió por diez dólares un paramilitar serbio hace unos cuantos años durante un viaje por Europa, pero para cuando usted se presente por aquí dudo mucho que esté yo en condiciones de ser procesado por tenencia ilícita de armas.
No sé si a los casos de suicidio siguen algún tipo de investigación, pero por si así fuera, quiero dejarle las cosas lo más claras posible para que no tenga que molestarse en indagaciones. Además, me repugna la idea de que alguien se dedique a escarbar en mis asuntos, incluso después de muerto. Los muertos también tienen su intimidad, pienso yo.
Por tanto, para ahorrarle pesquisas y quebraderos de cabeza, le diré que no tengo más deudas de juego que una cena que le debo a un compañero de trabajo porque tampoco este año ascendió la Cultural. Como ve, mi vocación de suicida viene de lejos. Tampoco padezco ninguna enfermedad incurable distinta de la mala leche o la caspa, ni se trata tampoco de que me haya dejado mi novia. ¡Ojalá tuviera yo una novia que pudiera dejarme!
Lo que ocurre es que soy feo. Feo con palio, esclavina, butafumeiro y monaguillos revestidos: feo de solemnidad. Por supuesto, a usted esto le parecerá una tontería sin importancia, pero usted nunca ha ido a una farmacia a comprar un par de cajas de preservativos para usarlos como globos en una despedida de soltero y le han advertido que caducan en el dos mil nueve; usted nunca ha tenido que escuchar cómo su vecina le dice al niño que se lo coma todo o vendrá el señor de arriba y se lo llevará.
¡Oh, por supuesto! Usted dirá que el físico de una persona no lo es todo, que en realidad no se trata más que de un detalle circunstancial que no nos hace ni mejores personas, ni influye en nuestra valía, nuestra inteligencia o nuestra sensibilidad; me dirá que esas y no la apariencia física son las cualidades verdaderamente importantes, y yo, pobre hombre racional y lógico, le contestaré una vez más que sí, que tiene razón, como tantas veces he hecho ya cuando las personas a las que he confiado mi angustia recurrían a tan trillado razonamiento para animarme un poco.
Le diré que tiene usted toda la razón, que es cierto que soy capaz de emocionarme con la música como seguramente no lo logra la mayoría de la gente, que leo y entiendo libros sólo accesibles para unos pocos, etc., etc., pero en el fondo de mí quedará la amargura del que se sabe injustamente condenado y es consciente, además, de que no hay tribunal al que apelar.
El problema reside en que ser feo supone una insalvable barrera inicial que impide llegar a un punto donde eso no tendría ninguna importancia. Para mí, la vida sin amor es algo vacío, horrible, y la fealdad me ha reducido a la soledad igual que un secuestrador reduce al silencio a un niño. Yo puedo ser un gran hombre, pero para demostrárselo a una mujer antes he de conocerla. Ha de surgir la mutua simpatía, la conexión de caracteres, luego la amistad y de ahí se pasa al amor a través de la atracción física.
Cuando se es feo es difícil conocer chicas que no te miren como una simple atracción circense. El día que, finalmente, te encuentras una que consciente e inconscientemente (¡ahí está el problema!) te considera humano, lo normal es que piense en ti como alguien que necesita ayuda, como una buena oportunidad de realizar su buena acción de la semana; en los rarísimos casos en que aparece una persona que ve en ti algo más que una oportunidad para desgravar purgatorio, el resto de los pasos, hasta la amistad, se dan sin ningún problema, pero al tratar de avanzar un poco más surge de nuevo el muro, alto, poderoso, para decirte que tu amiga, esa amiga que te ha costado las lágrimas de cien desilusiones y fracasos, nunca ha pensado en ti más que como un buen compañero de tertulia, porque es incapaz de sentir otra cosa.
Es como si el mejor violinista del mundo estuviera postrado en una silla de ruedas y hubiera una docena de escalones para acceder al Teatro de la Ópera; ¿dejaría por eso de ser un genio? No, pero de nada le serviría, y tendría que pasarse la vida tocando el violín en la salita de su casa, soportando seguramente las quejas de algún vecino con sensibilidad de hormigonera.
Y si además de feo eres pobre, o al menos no lo suficientemente rico como para entregarte a las manos de la cirugía estética, estás condenado a perpetuidad.
En mi caso, lo más curioso es que cuando me miro a un espejo no veo mi cuerpo como algo más mío, más personal de lo que pueda ser mi abrigo, mi paraguas o mi reloj; ¿está acaso la esencia de mi yo en mis enorme orejas?, ¿lo está en mi larga y ganchuda nariz? No, no lo está. La esencia de mi yo está en el espíritu, si es que los feos tenemos espíritu, y el cuerpo no es más que el envase que lo contiene. Pero, ¿que haría el vino si en vez de embotellarlo en cristal lo envasaran en un material maloliente y todo el mundo lo juzgara olfateando el recipiente?, ¿puede el vino dejar de ver el mundo poblado de sombras sin escapar de ése infame encierro?, ¿puede escapar de él sin romperlo?
No, no puede. La única salida es hacer añicos la botella para que su contenido pueda fluir libre, y mostrar, aunque sea sólo por un instante, su verdadero aroma. Puede usted tacharme de melodramático si lo desea, pero creo que más vale un final brillante que todo un languidecer miserable, entre las risas más o menos contenidas de un público demasiado vulgar para una tragedia y demasiado pretencioso para un sainete.
Me siento como un vino de marca y de cosecha envasado por error en un cartón miserable y voy a acabar ahora mismo con esa situación.
Respecto a mi lastimoso envase, se lo dejo a la Universidad, y como aquí no hay facultad de Medicina, se lo dejo a la de Veterinaria. A lo largo de mi vida todo el mundo me ha considerado un bicho raro y justo es que mi cuerpo tenga el fin de un bicho raro.
En cuanto a las cuestiones que puedan surgir y que yo no haya previsto, quedo a lo que disponga la legislación ordinaria.
Nada más. Con el deseo de que este caso no le haga trabajar demasiado, se despide atentamente
Gonzalo Pozuelo
Después de firmarla, Gonzalo releyó tranquilamente la carta, la dobló, la introdujo en un sobre y la dejó sobre su escritorio; luego, fue hasta el cajón de su mesita de noche y sacó un revólver con cachas de nácar; lo abrió y comprobó que, como siempre, estaba cargado con tres balas.
Sacó las balas de sus huecos y las volvió a colocar, dejando espacios entre ellas: no quería estar seguro de encontrarse con una bala a la primera. Quería que su decisión de quitarse la vida fuese una resolución meditada y no fruto de una casualidad o de un arranque. Quería tener la oportunidad de disparar dos veces si la fortuna así lo decidía, porque son muchos los que en un momento de coraje son capaces de apretar el gatillo una vez, pero no tantos los que se sienten capaces de repetir el gesto.
Luego cerró el revólver e hizo girar el tambor. Nunca había ido al casino, pero el sonido le recordó de todos modos al de la bola saltando en los obstáculos de la ruleta.
Amartilló el arma y respiró profundamente al tiempo que llevaba el cañón a la sien derecha. Estaba frío, terriblemente frío, como si no fuera un vulgar trozo de metal sino un ser maligno preparándose para adueñarse de una vida.
La mano le temblaba cada vez más y corría el riesgo, el peor de todos, de acertar sólo a medias el disparo. Vio la carta sobre el escritorio y decidió bajar a echarla al correo: así ya no habría marcha atrás posible.
Se llegó hasta la cocina para buscar un sello; los guardaba en un bote de mermelada, pero no recordaba en cual. Tardó unos minutos en encontrarlo y cuando lo hizo, lo pegó en el sobre con saña y sin cambiarse calzado bajó a la calle.
El buzón se encontraba a sólo cincuenta metros de su portal, pero aún tuvo tiempo de mojarse: llevaba todo el día lloviendo y en ese momento comenzó a llover con más fuerza. Gonzalo pensó que lo último que el faltaba era coger un catarro, pero recordó que estaba a punto de matarse y pensó que sería una buena jugarreta para los virus, o los bacilos, o lo que fuera que acechaba para extenderse por su cuerpo y hacérselas pasar canutas durante unos días.
Regresó a casa escuchando el blando chapoteo de sus zapatillas sobre la acera mojada, echó mano al bolsillo para comprobar que no se había olvidado las llaves y al encontrarlas dio un suspiro de alivio.
Después de cambiarse de calzado volvió al salón y tratando de no pensar en nada, ni siquiera en el vivificante fresco de la calle, cogió de nuevo el revólver. Aunque no tuviera público que pudiese repetirla, buscó una frase que sirviera de despedida, pero no se le ocurrió ninguna acorde a las circunstancias. Cerró los ojos y se llevo el arma a la sien.
El dedo le temblaba nervioso sobre el gatillo. Gonzalo pensó que lo mejor sería sentarse y lo hizo sin apartar la pistola de su cabeza.
Pasaron unos segundos, luego sonó una gran detonación y acto seguido un golpe seco producido por el revólver al caer sobre el suelo de madera.
Gonzalo miraba preocupado al techo, pensando en cómo explicaría aquel agujero al dueño de la casa.
——***——
I I
Algunos han oído contar que aquella noche Gonzalo acabó suicidándose porque los vecinos, al escuchar el disparo, llamaron a la policía, y en cosa de unos minutos estaban a su puerta dos agentes, el casero, y el presidente de la comunidad. Así, al pensar en el tumulto que estaba a punto de formarse, en lo que dirían de él al día siguiente, y en la cantidad de explicaciones que tendría que dar, pensó que lo mejor era pegarse un tiro y no tardó en encontrar las fuerzas y la determinación que le habían faltado la primera vez.
La historia no es mala, pero las cosas sucedieron de otro modo. Puedo asegurarlo porque soy amigo de Gonzalo y sé muy bien que no ha muerto. Se mudó de casa, sí, y como coincidió que se habló de un disparo (porque la cosa al fin se supo) con que no lo volvieron a ver por el barrio, no hubo quien desmintiese el infundio de que se había suicidado a la segunda.
Todo podía haber terminado sin consecuencias, con una cucharada de yeso y tres brochazos de pintura blanca aplicados al techo, de no haber sido porque unos cuantos días después del suceso Gonzalo recibió una carta con membrete del juzgado.
Como era habitual en él, había olvidado completamente la misiva que envió al juez en un momento tan malo como el de su intento de suicidio, y mientras ascendía a toda prisa por las escaleras, ansioso de abrir la carta, pasaron por su cabeza toda clase de ideas amenazantes. No ignoraba que el intento de suicidio era un delito y, aunque podía negarlo todo, prefería no tener que pasar por el enredo que sin duda era capaz organizar la maquinaria judicial. Y además estaba lo del revólver, que tampoco era para tomárselo a risa, así que no es extraño que casi se pusiera a temblar cuando pensó que podía haber despertado a las fieras de la justicia.
Con manos inseguras abrió el sobre y comprobó, aliviado, que la carta había sido escrita en dos folios en blanco sin ningún membrete y la firmaba un tal Toribio Rodríguez, sin más añadidos de cargo o título. Eso, sin duda era buena señal, porque ni siquiera el juez más estricto, te mete un paquete a título personal.
Después de mucho pedírselo, Gonzalo me hizo un día una fotocopia de la carta en cuestión, así que ahí va:
Sr. Pozuelo:
Ignoro si la depresión que a buen seguro padece ha menoscabado sus facultades mentales o si la carta que reposa ahora sobre mi mesa es producto de una discapacidad menos puntual. En cualquier caso, su tono y contenido han bastado para impulsarme a darle respuesta después de comprobar que, al fin y al cabo, no había usted llevado a término sus funestas intenciones. Es mi deber felicitarle por ello.
Ciertamente, como su perspicacia adivina, estoy hasta la coronilla de que todos los depresivos de la ciudad me dirijan cartas como la suya; también los neuróticos, los neurasténicos y buena parte de los majaderos en general, pero le aseguro que incluso eso es mucho mejor que ser citado a la diez de la noche en la fuente Plaza del Grano por una anónima admiradora, sobre todo por la clase y calidad de las mujeres que suelen convertirse en secretas admiradoras de un juez de mi edad y condición.
En cuanto al arma, haría usted bien en desprenderse de ella a la mayor brevedad, porque sabiendo de dónde salió no es difícil adivinar dónde irá a parar, contra usted o contra otro, y las consecuencias, negativas en cualquier caso, que de su utilización resultarán para su persona. No voy a decirle aquello de que las armas las carga el diablo: las cargan las personas, y por eso son aún más peligrosas.
Para su información, y a título didáctico, me complace informarle de que en los casos en que se puede determinar fácilmente que una muerte ha sido voluntaria, la Administración de Justicia procura ahorrar el dinero de los contribuyentes omitiendo investigaciones posteriores. Cuando una persona ha decidido matarse, la Administración no siente curiosidad alguna por sus razones; si existe Dios, que el interesado se las cuente a Él, y si no existe, que se lo cuente a las chimeneas del crematorio. Por otro lado, no deja de extrañarme la repugnancia que dice usted sentir porque alguien se inmiscuya en sus asuntos cuando tan galanamente los airea. Si a usted le molesta más que alguien hurgue en el cajón en el que guarda sus calzoncillos que en los miedos de su espíritu, sus motivos tendrá y me reservo mi juicio sobre ellas.
En lo que respecta a las razones que alegaba usted para su nunca consumado suicidio, le diré que, efectivamente, considero su autodeclarada fealdad un móvil de escasa sustancia, o al menos, de escasa sustancia si se valora aisladamente.
Celebro que su sensibilidad le permita emocionarse con la música y que su cultura e inteligencia pongan a su alcance lecturas de alto nivel, pero observo, si me lo permite, que toda esa cultura y esa sensibilidad no le han bastado a usted para liberarse del peso que la opinión de los demás ejerce sobre su ánimo. Afirma usted que la vida sin amor es una vida vacía, una horrible desgracia, y a buen seguro debe de tener razón cuando se ama tan poco a sí mismo como para pretender matarse. Sin embargo, cuando describe la barrera que la fealdad supone, barrera que de sobra conozco, se olvida de su sensibilidad y de su inteligencia, esas mismas cualidades que más adelante encarece. Si fuera su talento tal como usted generosamente lo valora, a buen seguro hallaría usted la manera de saltar ese muro, y aun de utilizarlo como mecanismo defensivo. Pero, por lo que deja usted entrever en su carta, su problema reside en que enfoca sus deseos precisamente sobre aquello que no puede conseguir, defecto además de legítimo, común, pero defecto al fin y al cabo. Su problema, Señor Pozuelo, es que nació usted para guapo y no lo es; nació usted para rico y no lo es tampoco, y en vez de sacar partido de su supuesta inteligencia para ser primero rico y luego guapo, se entretiene en escribir majaderías y enviarlas al juzgado, distracción que por esta vez me parece bien porque también yo me distraigo, pero que sin duda le acarreará grandes complicaciones si comete la torpeza de repetirla en el futuro.
Porque, señor mío, si el mejor violinista del mundo estuviera imposibilitado en una silla de ruedas y hubiera una docena de escalones para acceder al Teatro de la Ópera, esté usted seguro de que el violinista encontraría a quien le ayudara a franquear ese obstáculo, aunque sólo fuera por el placer de colaborar a la consumación de una gran obra. Sólo si el violinista fuera de la misma pasta y talante que usted se pasaría las horas tocando en el salón de su casa, entregado a la autocompasión y a la vagancia, si es que hay alguna diferencia de fondo entre estas dos llagas morales.
En cuanto a su segundo ejemplo, a lo que sucedería si el vino, el mejor vino, estuviera encerrado en una botella maloliente y la gente lo juzgara olfateando la botella, no parece usted darse cuenta de que eso no redundaría más que en beneficio del vino, pues en tales circunstancias sólo podría acabar en la mesa de un verdadero entendido, de una persona que supiera saltarse las apariencias para llegar al fondo del producto. Siguiendo su analogía le recuerdo que, no en vano, muchos de los mejores quesos y todos los champiñones se producen en lugares pestilentes.
De todo lo antedicho deduzco que sus penurias, que ni conozco ni me importan, provienen de su falta de talento, de su incapacidad para atraerse amistades que le convengan y de fiar todos su anhelos en la opinión de las mujeres, pues no alcanzo a comprender cómo le puede perjudicar su extremada fealdad en los ambientes masculinos.
Concluyendo: a usted no le va mal porque sea feo; a usted le va mal porque es idiota.
Sinceramente, demasiado incluso
Toribio Rodríguez
¿Cómo será esta revolución anarquista? ¿Será una revolución? ¿Reforma? ¿Qué significa la revolución? ¿Y el uso de la fuerza ("violencia")?
Una revolución es un cambio bastante repentino y drástico de la organización de la sociedad -puede ser en las esferas política, económica o social, o en todas ellas. Contrasta con la reforma, en la que sólo hay un ligero cambio (cuasi-cambio) en las cosas existentes; el marco básico no cambia fundamentalmente.
Nuestra oposición es contra todo tipo de opresiones en la sociedad. Si tomamos como ejemplo a un esclavo, no nos conformamos con rogarle al esclavista que lo trate mejor, por ejemplo, alimentándolo mejor. Queremos una liberación completa de los esclavos. Es decir, una revolución, no una simple reforma. Una revolución en todas las esferas de la vida: política, social, económica y moral. Si mientras tanto algunos esclavistas deciden tratar a sus esclavos algo mejor, está bien, no nos oponemos a esa parte. Pero ese no es nuestro objetivo final, nuestro objetivo es la liberación completa. Así que luchamos por una revolución, y no nos oponemos a las reformas, pero... disuadimos a la gente de luchar simplemente por las reformas. Les pedimos que luchen por la liberación completa, tratamos de liberarlos de sus ilusiones reformistas.
La revolución anarquista, marcadamente diferente de todos los otros tipos de revoluciones, tiene como objetivo la liberación COMPLETA de todos los individuos; y sus medios (para lograr este objetivo) son consistentes con sus fines (la meta).
El arma principal de esta revolución va a ser: la educación. No, no, eso no significa tratar de enviar a todo el mundo a las escuelas para conseguir el 100% de alfabetización, ni hacer que todo el mundo tenga un doctorado. Esa no es la educación [adoctrinamiento] de la que estamos hablando. Estamos hablando de educar a las masas sobre las condiciones en las que estamos, lo que tenemos que hacer, etc. Tenemos que liberarlas de la mentalidad esclava, de todo tipo. Tenemos que intentar que sean racionales. Pero lo más importante que necesitamos que entiendan, que se eduquen, es sobre la naturaleza injusta y explotadora del capitalismo y del gobierno. Necesitamos que vean que podemos vivir sin gobierno, etc.
Por supuesto, no podemos permitirnos llevar a cabo una educación completa de todos antes de alcanzar la anarquía. Porque todos los recursos están ahora monopolizados por la clase dominante; diablos, sí, ese es el problema para empezar, eso es contra lo que estamos luchando. Así que no va a ser fácil, por lo que intentaremos educar al mayor número posible de personas durante la revolución. Una educación racional, científica, laica y gratuita, como la de la Escuela Moderna de Fransisco Ferrer. Recordad que la revolución no es un proceso rápido o instantáneo, no se produce en unos días o semanas. Puede llevar años (o al menos meses).
La característica principal de la revolución consiste en empoderar al pueblo, en particular a los más oprimidos. Consiste en construir, ampliar y potenciar las comunidades populares. Comunidades que practiquen al máximo los principios anarquistas dentro de este sistema. Así que empezaremos a construir la sociedad futura dentro del caparazón de la antigua. Estas comunidades se basarán en los principios de solidaridad, ayuda mutua, cooperación, anticapitalismo, antiautoritarismo, libertad, democracia directa, etc. Así es como lucharemos por la revolución. Nuestra revolución no puede lograrse de la noche a la mañana, no puede ser lograda por una persona o un partido. Se logra con los esfuerzos combinados del pueblo. Es nuestra lucha colectiva contra la tiranía.
¿Y la violencia?
Pero la violencia... ¿Es posible no usar la violencia? ¿Esta revolución será pacífica? ¿Cómo de pacífica será?
Realmente, esta pregunta no es para nosotros. Es una pregunta para la clase dirigente, para el gobierno. ¿Permitirán una transición pacífica, una revolución pacífica? ¿Aceptarán renunciar a su injusto poder y riqueza? Si no quieren ayudarnos a conseguir nuestro objetivo, ¿al menos no nos atacarán?
Si van a dejar que se produzca una revolución pacífica, ¡sin duda estaremos MÁS QUE FELICES! ¿Qué más queremos que eso? No tenemos fantasías de una revolución violenta. Al fin y al cabo, lo único que queremos es una sociedad pacífica sin jerarquías, autoridades, opresiones ni explotación. Si podemos lograr esa sociedad pacíficamente, eso es seguramente lo que queremos.
Además, si el gobierno o la clase dominante se entregan pacíficamente a nosotros, es decir, al pueblo, ¿de dónde surgirá la cuestión de la violencia? ¿Contra quién usaremos la violencia? ¿Contra nosotros mismos?
Pero... casi todo el mundo se daría cuenta, si sólo pensara un minuto, de que esto suena absurdo. Un gobierno que se rindiera habría hecho lo mismo hace tiempo. Simplemente no está en la naturaleza del gobierno hacerlo. Esa es una verdad desafortunada y es bien evidente en toda la historia. Así que si los esclavistas van a dejar libres a sus esclavos por sí mismos, nos alegraremos mucho. Pero sabemos que tal cosa rara vez sucede, es extremadamente improbable. Porque esas personas no serían esclavistas en primer lugar.
Pero si no quieren dejar libres a sus esclavos, eso no significa que la esclavitud deba seguir existiendo. Debe terminar con toda seguridad, lo antes posible. Vemos que la forma más probable de emancipar a los esclavos es que ellos mismos se emancipen luchando contra sus amos. Por supuesto, primero necesitan un poco de ilustración y educación. Tienen que salir primero de su esclavitud mental. Una vez que se conviertan en revolucionarios, se liberarán por sí mismos. Pero el uso de la fuerza será necesario para este propósito - para el propósito de su liberación.
Lo mismo en nuestro caso, no es muy diferente. Sólo que nuestra esclavitud es más sofisticada y compleja, y el sistema opresor es más fuerte. Pero hay que aplicar aquí el mismo razonamiento que en el caso de los esclavos (de hecho, ¿no estamos ahora en una forma de esclavitud?). Tendremos que utilizar un mínimo de fuerza para defendernos de nuestros opresores en esta lucha por la liberación. Empezaremos por organizar y educar al pueblo, formaremos comunidades. Pero en algún momento, cuando el gobierno se dé cuenta de que su poder y su propia existencia están amenazados, seguramente empezará a utilizar la violencia represiva contra nosotros, además de cosas como una propaganda de mentiras contra nosotros. Intentarán socavar y sabotear nuestro proyecto todo lo que puedan. Entonces tendremos que utilizar las armas para contrarrestar su violencia. Sabemos lo poderosos que son los gobiernos. Sabemos lo poderosas y violentas que son las fuerzas policiales y el ejército. Si no utilizamos suficiente fuerza, suficientes armas y municiones y demás, será sólo un derramamiento de sangre de nuestro pueblo inocente en manos de las fuerzas armadas de los tiranos. Pero tiene que ser una fuerza mínima por nuestra parte, sólo la suficiente para defender la revolución, nada más y nada menos. No podemos arriesgar nuestras vidas y las de nuestros camaradas tratando de ser demasiado pacifistas, no podemos dejar que todos los esfuerzos y sacrificios por la revolución sean en vano tratando de ser demasiado pacifistas, pero tampoco podemos utilizar demasiada violencia, no podemos utilizar una violencia innecesaria. Así que tendremos que equilibrar.
El uso excesivo de la violencia, o el "terror revolucionario", no sólo es injustificable sino que perjudica a la revolución. Las revoluciones anarquistas deben tomar todas las medidas contra tales posibilidades. Si por el contrario los anarquistas siguieran tales excesos como táctica, eso sólo serviría para establecer probablemente una nueva opresión en el lugar de la antigua. Pero los anarquistas no harán ni deben hacer eso, va en contra de nuestros principios. La violencia no es una cosa elegante para nosotros, no tenemos ninguna fantasía de usar la violencia, tratamos de evitarla por completo si es posible, pero, desafortunadamente, tendremos que usar algo de fuerza para nuestro proyecto, para nuestra causa. Tendremos que armarnos para ello. Como milicias (populares).
La violencia revolucionaria justificable consiste en utilizar la fuerza mínima necesaria contra la fuerza utilizada por los opresores; en cambio, el terror "revolucionario" (injustificable) consiste en utilizar la fuerza contra algunos por sus acciones pasadas.
Oh, ¿has sido un parásito que ha explotado a la gente durante años amasando mucha riqueza? Si te quedas ahí, inofensivo para nosotros, no queremos hacerte daño. Oh, ¿nos disparas? Tenemos que devolverte los putos disparos, ya seas un policía o un militar o un militante reaccionario (por ejemplo, un miembro del RSS) o lo que sea. No tenemos ningún interés en mataros/dañaros, nada personal, pero la situación lo exige, como se puede ver.
Todas estas opresiones -capitalismo, gobierno, casta, supremacismo racial, patriarcado, etc.- se basan en la fuerza/violencia. Cuando haya que deshacerse de estas opresiones, habrá que utilizar la fuerza en contra. La propia existencia del gobierno se basa en la violencia. De hecho, esa es como la razón principal por la que nos oponemos tanto al gobierno. Si no fuera violento o fuera voluntario, ni siquiera tendríamos problemas con él. Pero bueno, si el gobierno se rindiera pacíficamente ante nosotros, o en general no usara la violencia, entonces ese gobierno sería indistinguible de uno inexistente. Es decir, la violencia es el corazón de (cualquier) gobierno.
Ahora bien, cuando te enfrentas a una entidad de este tipo, que es intrínsecamente muy violenta y poderosa, se hace indispensable el uso de la (contra)fuerza. Pero para algunos esto puede parecer hipócrita - "vosotros los anarquistas decís que os oponéis a la violencia en general, decís que os oponéis al gobierno por su naturaleza violenta pero de nuevo queréis usar la violencia vosotros mismos?" Pues bien, no hay hipocresía. Ya se habría visto que usar la fuerza en contra de un sistema opresivo violento como el gobierno no sólo es necesario sino también justificable. Esta es como la única forma de violencia justificable, si ves.
Si alguien intenta imponerse a ti usando la fuerza, tienes que usar algo de contrafuerza (mínima) contra ellos para defenderte - y eso es justificable, tan justificable a nivel individual como a nivel colectivo y viceversa. La fuerza suficiente para contrarrestar la fuerza opresora (ofensiva) original. Esta contrafuerza cuenta como violencia defensiva; la apoyamos. Pero nos oponemos a la venganza (por ejemplo, matar/armar a un opresor por sus errores pasados). No importa si se llama como justicia, nos oponemos a la "justicia" punitiva y a la venganza.
Si alguien cree que estamos en una democracia y que por lo tanto está bien trabajar en este marco, o que podemos lograr la anarquía utilizando este marco, o que el gobierno no atacará los proyectos anarquistas, bueno, sólo le pedimos que mire a todos los activistas que están siendoa arrestados con cargos falsos. De hecho, ese es el tipo de cosas a las que todo gobierno recurriría si sintiera la necesidad de hacerlo, ya sea el gobierno liberal, fascista, "socialista" o cualquier otro. Y la historia lo confirma con claridad.
¿Cuál será la estructura de estas milicias?
Por "milicia popular", no nos referimos a "popular" sólo por el nombre (como "República Popular China"). Estas milicias están formadas realmente por ciudadanos, de las comunidades revolucionarias que hemos mencionado antes. Cualquiera puede unirse a ellas, será voluntario, sin que exista el reclutamiento. Se supone que todas las personas que quieran formar parte de esta revolución serán entrenadas para usar las armas, pero depende de ellas si quieren ser entrenadas y si quieren tomar las armas y si quieren luchar. Por supuesto, con "cualquiera" no nos referimos a los reaccionarios que tratan de infiltrarse en estas comunidades; debemos tratar de vigilar a esas personas que pueden tratar de atacar desde dentro.
Por "comunidades revolucionarias" nos referimos a las comunidades populares que hemos mencionado antes. No a los grupos de algunas minorías privilegiadas. Esas minorías privilegiadas y las vanguardias no tienen lugar en una revolución anarquista. Una revolución anarquista sólo puede ser dirigida por el propio pueblo, a través de la democracia directa. Un proyecto de abajo a arriba. Si no, no será una revolución anarquista. Las comunidades revolucionarias tendrán consejos donde se tomarán las decisiones y las cosas. Los consejos pueden tener delegados (elegidos) para representar las opiniones de los miembros del consejo (que incluye a todos los miembros adultos de la comunidad dada). Pero estos delegados, a diferencia de nuestros (malos) representantes, no tendrán ningún poder, no tomarán ninguna decisión propia, sino que se limitarán a representar las decisiones del pueblo. Esto puede ser necesario cuando, por ejemplo, dos o más comunidades interactúan. Pero eso es todo, no habrá líderes como tales en esta revolución, como debería ser obvio.
Lo ideal es que estas "comunidades revolucionarias", en su conjunto, contengan el mayor número de personas posible. Tal vez sea algo así como que sólo el 1% de la población gobierne sobre el resto. Así que, idealmente, el 99% debería formar parte de las comunidades, pero digamos que más bien el 90%. Pero como los más privilegiados tienden a ponerse del lado de los opresores, digamos algo así como el 60-80%. Pero sea lo que sea, deberíamos contar con el mayor número de personas posible. Estas ideas deben llegar e influir en la mayor cantidad de gente posible, especialmente entre las clases oprimidas (que incluye a la gente de la clase trabajadora, las mujeres, las castas oprimidas, las tribus indígenas, la gente LGBTQ+, etc., casi todos excepto la pequeña minoría gobernante).
"Nosotros, los anarquistas, no queremos emancipar al pueblo; queremos que el pueblo se emancipe. No creemos en las bendiciones de lo alto, impuestas por la fuerza. Queremos ver surgir un nuevo orden social desde el interior del pueblo, y queremos que esté a la altura del grado de desarrollo alcanzado por los hombres y que pueda progresar como lo hacen los propios hombres. Por lo tanto, lo que nos importa es que cada interés y cada opinión encuentre, en la organización consciente, algún ámbito para afirmarse y hacer valer su influencia en la vida colectiva, de acuerdo con su importancia."
- Errico Malatesta
¿De dónde obtendrán estas comunidades revolucionarias sus armas y otros recursos? En la medida de lo posible, del gobierno y de los capitalistas, confiscando sus armas y municiones y otros recursos (incluido el dinero). En la India, sin embargo, no es legal llevar armas sin licencia, por lo que nuestro proyecto va a ser aún más difícil en comparación con, por ejemplo, en los Estados Unidos. Sin embargo, es posible que tengamos que posponer la adquisición de armas hasta las últimas etapas de la revolución.
¿Qué validez tiene el pacifismo?
Los pacifistas acérrimos, opuestos a toda violencia (incluida la defensiva), son prácticamente tan peligrosos como los entusiastas de la violencia, los que la aman. Estos últimos son un peligro directo, mientras que los primeros son indirectamente dañinos (probablemente tampoco lo saben). El pacifista, obviamente, no hace directamente ningún daño, por supuesto. Pero observa el sufrimiento de la gente, tal vez incluso cierra los ojos y los oídos, fingiendo que no pasa nada (o está realmente ciego ante la violencia de los opresores). No lucha contra los opresores, ni siquiera ayuda indirectamente a los oprimidos a luchar contra los opresores. ¿Pero sabes lo que hace? ¿Sabes lo que hace...? Déjennos decirles... se sienta al lado de los (sufrientes) oprimidos, les dice que no usen ninguna violencia, y les dice que en su lugar traten de ganarse los corazones de los tiranos... a través de "lOvE" (sí, esa es literalmente la mierda que predicaba Gandhi; y por supuesto era un títere de los capitalistas, quizás no sea una coincidencia). No creemos que ninguna persona que no tenga el corazón tan frío haga algo así.
Pero, de nuevo, esto no significa que apoyemos el uso excesivo de la fuerza (¡no lo haríamos ni deberíamos hacerlo!). Digámoslo de nuevo: el uso excesivo de la violencia es muy perjudicial, tanto para las víctimas individuales como para la sociedad en general, así como para la revolución en cuestión. Cualquier uso de la violencia debe hacerse con el mayor cuidado posible. Porque la violencia excesiva perjudica a todo el mundo, no sólo a aquellos contra los que se usa esa violencia.
Aquí hay un pequeño artículo de Errico Malatesta sobre el tema del terror revolucionario, nuestros puntos de vista son también bastante similares a lo que se expone allí: Terror revolucionario.
Y aquí hay un video que resume los puntos de vista anarquistas sobre la violencia. Aunque los anarquistas difieren significativamente en sus puntos de vista sobre la violencia, lo que se presenta aquí expresa razonablemente los puntos de vista de la mayoría de los anarquistas (incluyendo los nuestros):
¿No es esto una guerra?
¿No es una guerra? ¿En qué se diferencia de otras guerras?
Si queremos llamar a esto una guerra, fíjense que esto no es como ninguna de esas guerras imperiales, no es para expandir nuestro territorio o poder, no es para robar los recursos de otros, no es para dominar a otros... no, todo lo contrario, esta guerra es contra esas cosas, esta guerra es contra las instituciones que hacen esas cosas, para acabar con ellas; esta es una guerra contra el Estado, contra la tiranía, contra la injusticia, contra la explotación, contra la dominación y contra el imperialismo. Esta guerra no es para apropiarse de los recursos de los demás, sino para recuperar los nuestros, para recuperarlos de las manos de los maníacos irresponsables que nos los robaron en primer lugar. Por lo tanto, ésta es prácticamente la única forma justificable de guerra.
A lo largo de la historia, casi ningún cambio importante se ha producido sin una revolución. Casi ningún pueblo oprimido se emancipó sin recurrir al uso de alguna fuerza. Ningún opresor se rindió sin el uso de alguna fuerza por parte de los oprimidos. Ningún gobierno, ninguna clase dominante decidió un día de repente dejar de ser una mierda. No está en la mano de ninguna persona, esto está más allá de la voluntad moral de cualquier individuo. Sin recurrir a la fuerza, esta tiranía nunca se detendrá, hasta que todos nos extingamos (y nosotros (la mayoría de nosotros) podemos incluso extinguirnos en las próximas décadas si no abolimos estas jerarquías y detenemos la catástrofe climática; y también el desempleo masivo del futuro próximo).
"La acción directa, que ha demostrado su eficacia en el ámbito económico, es igualmente potente en el entorno del individuo. Allí, cientos de fuerzas invaden su ser, y sólo la resistencia persistente a ellas lo liberará finalmente. La acción directa contra la autoridad de la tienda, la acción directa contra la autoridad de la ley, la acción directa contra la autoridad invasora y entrometida de nuestro código moral, es el método lógico y coherente del anarquismo.
¿No conducirá a una revolución? En efecto, lo hará. Ningún cambio social real se ha producido sin una revolución. La gente, o no está familiarizada con su historia, o no ha aprendido todavía que la revolución no es más que el pensamiento llevado a la acción".
- Emma Goldman
Oponerse totalmente a esta revolución, o a la violencia revolucionaria que forma parte de ella, es ponerse del lado de la violencia del gobierno, que no sólo es muy injusta, sino también un millón de veces peor y más intensa. Por supuesto, la violencia no es en absoluto la característica principal de la revolución. Como se ha dicho antes, la educación, la organización, la ayuda mutua, el empoderamiento de los individuos y de las comunidades, etc., serán nuestras principales armas. Pero sobre todo a medida que la revolución crezca, cuando llegue a un determinado punto, la fuerza revolucionaria se convertirá en una parte decisiva de la misma.
Si crees que no eres violento (incluso ahora), o si no estás de acuerdo con el uso de la mencionada violencia revolucionaria, o si eres de los que se creen pacifistas, te pedimos que veas este vídeo:"La acción directa, que ha demostrado su eficacia en el ámbito económico, es igualmente potente en el entorno del individuo. Allí, cientos de fuerzas invaden su ser, y sólo la resistencia persistente a ellas lo liberará finalmente. La acción directa contra la autoridad de la tienda, la acción directa contra la autoridad de la ley, la acción directa contra la autoridad invasora y entrometida de nuestro código moral, es el método lógico y coherente del anarquismo
Estamos seguros de que los patriotas podrían utilizar argumentos algo similares para apoyar, por ejemplo, sus guerras y su violencia: "deberías amar a tu país [patria]", "deberías apoyar al ejército de nuestro bando", "¿no amas a nuestro país (o a su gente)? Si no te pones de nuestro lado, significa que apoyas al enemigo", "nuestro lado sólo nos protege de nuestros enemigos; esto es justificable", etc.
Sus guerras son, como dijimos antes, guerras imperiales, emprendidas para expandir su territorio, poder y tiranía, para robar más recursos, etc. Sus guerras son entre dos o más cuerpos tiranos, entre gobernantes. La guerra revolucionaria claramente no tiene nada que ver con eso, de hecho se opone a tales guerras, busca acabar con ellas. Esta guerra revolucionaria -si queremos llamarla guerra- es una guerra de los oprimidos contra las opresiones y los opresores. Los patriotas apelan a abstracciones como la "nación", porque si no utilizaran tales abstracciones para encubrir sus disparates, lo escandaloso de su caso nos resultaría clarísimo. Pero el caso de la revolución anarquista es totalmente diferente. Para justificar su violencia, los patriotas apelan a dogmas sentimentales y abstractos como el patriotismo. Pero el patriotismo no es más que una herramienta de los opresores para ganar el apoyo de los oprimidos, para hacernos tontos emocionalmente y utilizar nuestras emociones para hacernos apoyar nuestra propia opresión.
"La guerra es una disputa entre dos ladrones demasiado cobardes para librar su propia batalla; por eso cogen a los chicos de un pueblo y de otro, los meten en uniformes, los equipan con armas y los sueltan como bestias salvajes el uno contra el otro."
- Emma Goldman
"La guerra es que los viejos ricos protejan su propiedad enviando a los jóvenes de clase media y baja a morir. Siempre lo ha sido".
- George Carlin
¿Puede tener éxito?
¿Será efectiva esta revolución? ¿Podemos luchar contra la policía y el ejército? ¿Podemos ganar?
Bueno, es posible. Con algo de entrenamiento y práctica, podemos hacerlo bien. Hay que tener en cuenta que la estructura de nuestras milicias será descentralizada y democrática (y responsable ante los consejos), equilibrándose entre la rigidez/jerarquía y la incoherencia. Y las milicias descentralizadas resultan ser sorprendentemente eficaces en la guerra.
Tenemos los ejemplos de las revoluciones anarquistas española (1936-39), ucraniana (1918-21) y coreana (1929-31). En todos estos casos, a pesar de las situaciones de guerra civil en las que surgieron estas revoluciones, duraron períodos sorprendentemente largos. En todos estos casos, tuvieron que luchar contra demasiadas fuerzas autoritarias procedentes de todas las direcciones, los anarquistas fueron a menudo muy superados en número por sus enemigos. Los enemigos eran fuertes, estaban respaldados por numerosas fuerzas estatales autoritarias, tenían muchas armas y otros recursos, y eran soldados profesionales. Por otro lado, los militantes anarquistas estaban formados por gente corriente y sus armas procedían principalmente de sus enemigos, mediante la expropiación de los mismos, etc. Además, las milicias anarquistas eran democráticas y respondían ante los consejos. A diferencia de las fuerzas estatales, no podían desviar todos los recursos a los esfuerzos bélicos; tenían que equilibrar entre las necesidades de la gente y la guerra. Además, una parte importante de los recursos seguía estando a menudo bajo el control de los burgueses. Y las fuerzas globales capitalistas y estatales estaban en su contra, lo que, por supuesto, no facilitaba demasiado a los anarquistas la gestión de su economía.
Pero a pesar de todos estos problemas, se las arreglaron notablemente bien. Estos proyectos pueden considerarse un éxito. Por supuesto, no eran en absoluto un modelo perfecto del tipo de revolución o sociedad que los anarquistas quieren, no eran impecables (de hecho tenemos mucho que aprender de sus éxitos, sus fracasos y sus defectos). Pero demostraron que el anarquismo puede ser implementado en la práctica, que una revolución anarquista exitosa es al menos posible.
"Prácticamente todos los edificios de cualquier tamaño habían sido tomados por los trabajadores y estaban cubiertos con banderas rojas y con la bandera roja y negra de los anarquistas; todas las paredes estaban garabateadas con la hoz y el martillo y con las iniciales de los partidos revolucionarios...... Todas las tiendas y cafés tenían una inscripción que decía que habían sido colectivizados; incluso los limpiabotas habían sido colectivizados y sus cajas pintadas de rojo y negro. Los camareros y los vendedores te miraban a la cara y te trataban de igual a igual. Las formas de hablar serviles e incluso ceremoniales habían desaparecido temporalmente. Nadie dice "Señor" o "Don", ni siquiera "Usted"; todo el mundo llama a los demás "Camarada" o "Tú", y dice "Salud" en lugar de "Buenos días". Las propinas estaban prohibidas por ley desde la época de Primo de Rivera; casi mi primera experiencia fue recibir un sermón del director de un hotel por intentar dar una propina a un ascensorista....... No había desempleo y el precio de la vida seguía siendo extremadamente bajo; se veían muy pocos indigentes llamativos y ningún mendigo, excepto los gitanos. Por encima de todo, había una creencia en la revolución y en el futuro, una sensación de haber entrado de repente en una era de igualdad y libertad. Los seres humanos intentaban comportarse como seres humanos y no como engranajes de la máquina capitalista".
- George Orwell, Homenaje a Cataluña
Aquí hay una brillante serie de vídeos de 7 partes en YouTube que no sólo expone un posible modelo de revolución anarquista y sociedad post-revolucionaria, sino que también hace un buen trabajo desacreditando el "socialismo" autoritario (también conocido como capitalismo de estado): The Revolution Series.
La revolución no es posible en unas pocas semanas o incluso meses. La revolución no comienza con las armas. Empieza con las ideas, con la formación de esas comunidades revolucionarias, las cooperativas de ayuda mutua, etc. Pero tampoco termina con la consecución de la apatridia. El apátrida, hay que decirlo, no es lo mismo que la anarquía. La anarquía significa la ausencia de todas las leyes hechas por el hombre, sociales o de otro tipo. Significa la ausencia de toda jerarquía, autoridad, opresión y explotación. El apátrida, por el contrario, significa sólo la ausencia de un gobierno centralizado. Por lo tanto, la revolución aún no está completa después de derrotar al gobierno y al capitalismo. Pero cuando derrotamos al gobierno y al capitalismo, ya hemos triunfado en parte en otros aspectos de la revolución, es decir, en la derrota de otras jerarquías, porque nuestra lucha revolucionaria es simultáneamente contra TODAS las jerarquías, no sólo contra el gobierno. Pero se necesita algún tiempo antes de que la revolución anarquista sea COMPLETA.
De hecho, la revolución ya ha comenzado. No sólo aquí, sino en todo el mundo. Nuestro trabajo es nutrirla y llevarla a término. Una revolución mundial para la emancipación de toda la humanidad.
¡INQUILAB ZINDABAD! [¡Viva la revolución!]
Traducida por Jorge Joya.
Original: ambedkariteanarchist.wordpress.com/2021/03/25/anarchist-revolution/
-texto puesto en cuarentena, volverá pronto...-
"El capitalismo ha sacralizado el éxito como objetivo esencial, desterrando el valor de la creatividad a la mínima expresión. En los años 20 y 30, los ídolos de los jóvenes eran pintores, poetas, escritores...artistas que trazaban los pilares de un nuevo horizonte, basado en el riesgo, en el cambio, en la transformación. Ahora la admiración se basa en el deseo de estar en el lugar del que admiras, no en la capacidad de evocar e impulsar la idea de un mundo diferente, más amplio, mejor. El éxito debería motivarte a crear una nueva realidad, no a imitarla".
La lucha de clases es un medio por el que no sólo podemos luchar por mejoras en nuestra vida cotidiana, sino también enfrentarnos a los sistemas de dominación y explotación que conforman nuestra sociedad. Aislados, impotentes y compitiendo por la supervivencia como trabajadores individuales, podemos construir la fuerza colectiva y los lazos de solidaridad en un sindicato. Sin embargo, los sindicatos de hoy en día se presentan como poco más que planes de seguros, gigantescas instituciones burocráticas completamente integradas en la economía capitalista.
Podemos definir un sindicato como una asociación estructurada de trabajadores, organizada para promover sus intereses. El sindicato reformista añade a esta base de organización colectiva la función de representar a los trabajadores ante sus amos. Los funcionarios asalariados negocian con los patrones y presionan a los políticos en nombre de sus miembros, ofreciendo a cambio garantías de una mano de obra ordenada y productiva. Por lo tanto, median entre las dos clases y sus intereses opuestos.
Hay que aumentar el número de afiliados para legitimar el papel representativo del sindicato ante la patronal, para ganar influencia en el movimiento obrero y para pagar los sueldos de varios funcionarios, ejecutivos y abogados.
Para llegar a un acuerdo con la patronal, el sindicato debe ser capaz de prometer la paz laboral, lo que significa que debe tener la capacidad de controlar y disciplinar a sus miembros. A veces, el sindicato se comporta de forma combativa y presiona para que se produzca la confrontación con el fin de atraer a nuevos miembros y ganar reputación, pero siempre se llega a un punto en el que la lucha debe contenerse o suprimirse por completo porque ya no interesa a la burocracia sindical.
Las elecciones y las votaciones añaden un elemento democrático a estos sindicatos, pero son esencialmente un asunto de arriba a abajo, una jerarquía con unas pocas personas poderosas en la cima y una masa ordenada de miembros en la base. Al tener un asiento en la mesa de la colaboración de clases y ganar un salario atractivo con buenas perspectivas de carrera, los burócratas sindicales tienen intereses institucionales separados de los trabajadores a los que representan, y un interés en el statu quo. No cabe duda de que muchos trabajadores con ideales e integridad comienzan a ascender por esta escalera, pero rápidamente se integrarán en la burocracia o serán neutralizados por ella. En el nivel del lugar de trabajo sindicalizado es posible actuar independientemente del control oficial hasta cierto punto si los trabajadores son lo suficientemente militantes, y los delegados sindicales siguen siendo trabajadores entre los trabajadores, pero es una batalla cuesta arriba.
Desde la huelga hasta el paro, hay muchas tácticas disponibles, y la fuerza de cualquier sindicato reside en la acción directa de sus miembros. Pero la energía e iniciativa de los trabajadores se disipa rápidamente en procedimientos burocráticos y legalistas. Dirigida por funcionarios y restringida por la ley, la acción se vuelve regimentada y menos eficaz. Las luchas se mantienen aisladas (es decir, bajo control) en un lugar de trabajo o sector concreto, y contenidas dentro del sindicato, que sólo se coordinará con otros sindicatos si una posición de debilidad le obliga a ello. Esto fragmenta a la clase obrera e impide que estas luchas se intensifiquen y se extiendan.
El centralismo y la jerarquía producen pasividad, y viceversa. La mayoría de los afiliados participarán poco en su sindicato, más allá del pago de las cuotas. Lo mejor que un sindicato así puede ofrecer a sus miembros es una sensación de seguridad, pero en el peor de los casos simplemente reforzará la resignación y la desilusión. La política se exporta al Partido Laborista, al que el sindicato debe lealtad (y financiación) y del que el trabajador ordinario es un mero peón. De esta experiencia no se desprende ningún potencial de transformación personal o social. El sindicato de este tipo es reformista en el sentido de que no se opone al sistema capitalista -con su división de clases basada en la propiedad y la explotación- sino que se limita a defender las condiciones económicas de una parte de los trabajadores dentro de él.
Los trabajadores han encontrado continuamente formas de eludir muchos de los obstáculos descritos anteriormente, como las asociaciones de base a nivel de taller, y las huelgas salvajes en desafío a todo el proceso debido. Como anarquistas buscamos apoyar a otros trabajadores dondequiera y cuandoquiera que se enfrenten a sus explotadores y opresores, independientemente de su afiliación a un sindicato, pero también animarles a ir más allá de los límites que les atan. Sin embargo, en última instancia, debemos encontrar una vía diferente para expresar el potencial revolucionario de la lucha de clases. El sindicato anarcosindicalista ofrece una de esas alternativas, y se explorará en la segunda parte.
Traducido By Jorge Joya
Original: liverpoolanarchist.wordpress.com/2021/08/05/the-union-part-i/
William Shakespeare
Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma…
Y aprenderás que amar no significa apoyarse, y que compañía, no siempre significa seguridad...
Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas…
Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño...
Y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.
Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado...
Aceptarás que incluso las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas...
Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma...
Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla, y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida...
Aprenderás que las verdaderas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias...
Y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida...
Y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir...
Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian...
Te darás cuenta de que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa o nada, sólo por el placer de disfrutar su compañía...
Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos, porque nunca estaremos seguros de cuándo será la última vez que las veamos.
Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos...
Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar...
Descubrirás que lleva mucho tiempo llegar a ser la persona que quieres ser, y que el tiempo es corto.
Aprenderás que no importa a donde llegaste, sino a donde te diriges y si no lo sabes, cualquier lugar sirve...
Aprenderás que si no controlas tus actos, ellos te controlaran y que ser flexible, no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación: siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario, enfrentando las consecuencias...
Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica.
Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte.
Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los años vividos.
Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones.
Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si lo creyese porque
le estarás quitando la esperanza...
Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho de ser cruel...
Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo...
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo...
Aprenderás que con la misma severidad con que juzgas, también serás juzgado y en algún momento condenado...
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles...
Aprenderás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto, debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores.
Entonces y sólo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar; que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando creías que no se podía más.
Aparece atribuido según fuentes no oficiales a varios autores: Verónica A. Shoffstall, William Shakespeare, Jorge Luis Borges…?
Si te gusta la gastronomía mexicana tienes que probar esta receta. Para tacos, fajitas o para mojar unos nachos. Tu eliges si hacerla con picante o sin picante.
Ingredientes:
- 5 tomates pera
- 3 chiles rojos
- 3 chiles verdes
- Cilantro
- 3 dientes de ajo
- 2 pimientos (picantes o no picantes)
- 1 cebolla
- Sal
- Pimienta
Elaboración:
Lo primero que tenemos que hacer es asar los ingredientes, por lo que echamos todo en una sartén a fuego fuerte. Cuando veamos que se van tostando, los retiramos.
- Quitamos las partes más quemadas de los ingredientes.
- Echamos todo en una batidora de vaso y trituramos, añadimos sal y pimienta al gusto.
- No tiene porque quedar todo perfectamente triturada, sino que puede haber trocitos de los ingredientes en la salsa, quedará deliciosa.
En el verano de 1909, la monarquía española aplasta sangrientamente una insurrección en Barcelona. Pero no tenía ni idea de que al ejecutar al pedagogo Francisco Ferrer, iba a atraer una protesta mundial sin precedentes, incluyendo un memorable motín en París. En Francia, el asunto Ferrer marcó incluso un punto de inflexión en las prácticas políticas. Un episodio poco conocido en la historia del movimiento obrero. Artículo publicado en Alternative Libertaire.
En julio de 1909, la sangre fluyó en Barcelona. El pueblo se levantó contra la guerra colonial en Marruecos. La monarquía tardó varios días en recuperar el control de la ciudad, y el balance fue cruel: 2.000 detenidos, 500 heridos, 78 muertos. Se persigue a los revolucionarios, se prohíben los sindicatos y se cierran las escuelas laicas. La historia recordará esta insurrección como la "Semana Trágica". En el extranjero, provocó un movimiento de solidaridad orquestado en Francia por la CGT, el Partido Socialista-SFIO y el movimiento anarquista.
En 1909, el anarquismo comunista francés se estructuraba en torno a dos polos. Por un lado, el semanario Les Temps nouveaux, un poco pontificador, dirigido por un envejecido Jean Grave. Por otro lado, un movimiento más activista, más sindicalista, que se encuentra en el Comité de défense sociale (CDS, organización antirrepresiva), la Association internationale antimilitariste (AIA), el Libertaire y el semanario más influyente de la extrema izquierda: La Guerre sociale, dirigido por Gustave Hervé, líder de la tendencia "insurreccional" (como él mismo la llamaba) del Parti socialiste.
1912: Entr'aide y defensa social: la resistencia a la represión | 21 de agosto de 2019
Entre la violencia económica y la violencia policial, el clima de la Quinta República sigue endureciéndose. ¿Puede el movimiento social protegerse de forma más eficaz y solidaria? El Comité de Defensa Social y la (...)
En abril, este movimiento creó una pequeña estructura política: la Federación Revolucionaria, dirigida por militantes como Miguel Almereyda (de la Guerra Social), Georges Durupt (del AIA), René de Marmande (del CDS) o Eugène Péronnet (del CDS y del Libertario).
Pero, en el verano de 1909, la campaña de Barcelona apenas tuvo respuesta más allá de los círculos militantes. Un mes después de la Semana Trágica, los medios de comunicación y el público en general ya habían pasado página. No fue hasta el final del verano cuando se produjo un acontecimiento que no sólo relanzó las protestas, sino que centuplicó su alcance, despertando esta vez la indignación de vastas multitudes: la detención de Francisco Ferrer.
Francisco Ferrer (1859-1909) Anarquista, fundador de la Escuela Moderna de Barcelona, que pronto se convirtió en un símbolo de la resistencia a la monarquía y a la Iglesia.
De hecho, cuando fue detenido por la policía española el 1 de septiembre, el anarquista Ferrer no era realmente conocido por el público en general fuera de España. En el extranjero, sólo era famoso en los círculos avanzados, donde se admiraba su labor educativa (véase al lado).
Francisco Ferrer no desempeñó ningún papel destacado en el levantamiento de Barcelona. Estaba refugiado en Francia desde 1906, y sólo pasaba discretamente por Cataluña para visitar a su familia. Pero su presencia fue detectada, y la Iglesia pensó que se había vengado. Interesado, Ferrer fue señalado como el principal fomentador de la revolución y encerrado en la fortaleza de Montjuich. Fue condenado a muerte.
Manifestación motorizada en los bulevares
La noticia no tardó en llegar al movimiento obrero internacional. La alarma ha sonado. Hay que hacer un llamamiento al pueblo, dar a conocer esta "noble figura", ¡salvar a Ferrer! Se crearon comités de defensa en todas partes. En Francia, el Comité Ferrer, dirigido por los libertarios Charles-Albert y Charles-Ange Laisant, se apoyó en el CDS y en la Federación Revolucionaria. A partir del 9 de septiembre, monta una manifestación de petroleros en la capital. No menos de 12 coches circularon por los bulevares exteriores, cubiertos con grandes carteles: "¡Ejecuciones sumarias en España! ¡Vamos a matar a Ferrer! Se lanzaron puñados de folletos a través de las puertas. El viaje terminó en la embajada española: todos fueron detenidos.
Pero la campaña continuó y, para sorpresa de los revolucionarios, funcionó más allá de todas las expectativas. Al cabo de unas semanas, Ferrer estaba en boca de todos. Los activistas empezaron a tener esperanzas porque, como en una reminiscencia del caso Dreyfus, todo el campo "progresista" empezó a vibrar por el prisionero de Montjuich. Los intelectuales hicieron una petición. La CGT tenía agendas votadas. Desde los anarquistas hasta ciertos republicanos, pasando por los socialistas, librepensadores y humanistas varios, cientos de miles de voces conspiraron contra el monarca español Alfonso XIII, pronto a suplantar al zar de Rusia como el parangón del tirano sanguinario.
¡Fuera el asesino! Cuando los anarquistas quisieron excluir al Rey de España de la Sociedad Astronómica de Francia | 15 de marzo
Una mirada a un episodio histórico en el que se entremezclan ciencia, política y religión...
En su celda, ¿Francisco Ferrer es consciente de que se ha convertido repentinamente en un mito? En millones de corazones, es ahora el amable maestro con aureola de mártir, el símbolo de la libertad contra el despotismo, del laicismo contra la Iglesia, de la modernidad contra el arcaísmo, de la luz contra el oscurantismo, en definitiva, de la civilización contra la barbarie.
Sin embargo, la campaña mundial a su favor no fue suficiente para evitar el trágico desenlace. El 13 de octubre, al amanecer, fue fusilado en el foso de Montjuich, sin apenas testigos.
Le Libertaire, 31 de octubre de 1909. "Los responsables": el monarca falot Alfonso XIII y la Iglesia católica, que le tendió la mano para firmar la sentencia de muerte de Ferrer.
A mediodía, Europa y el mundo lo sabían. La conmoción fue inmensa. En Roma, los carros y tranvías se pusieron en huelga y las calles se llenaron de manifestantes. Los sindicatos convocaron una huelga general de 24 horas. Al día siguiente, el ejército protegió el Vaticano contra una multitud de jóvenes que habían venido a luchar contra "los jesuitas". En Bélgica, las Casas del Pueblo de la cuenca de Charleroi se engalanaron con banderas negras en señal de luto. En Trieste, Austria, los astilleros se pusieron en huelga a las 10 de la mañana, y las escuelas públicas quedaron desiertas. Barcelona, aún conmovida por la gran sangría de julio, se vio sacudida por tres atentados. En Londres y Berlín, donde el movimiento obrero fue canalizado por los socialdemócratas, se contentaron con votar las protestas, pero planearon grandes manifestaciones para los días siguientes. En Buenos Aires, 20.000 personas acuden a la reunión de los anarquistas de la FORA, que llaman a la huelga general. En Lisboa, se produjeron combates en los alrededores de la embajada española. En San Petersburgo, donde estaban prohibidas todas las manifestaciones, 2.000 estudiantes votaron una resolución en alabanza a Ferrer y la enviaron al embajador español [1].
En Francia también se produjeron disturbios. La CGT llamó a un boicot a los barcos españoles. En Lyon, un millar de personas rompieron los cristales de un periódico que se había alegrado demasiado abiertamente de la ejecución, y se enfrentaron a la policía cerca del consulado. Una escena similar en Le Havre, donde los estibadores votaron la huelga. En Lille, 3.000 personas acudieron a un mitin del PS que se vio empañado por la violencia. En la cuenca del carbón, las banderas ondean a media asta en la fachada de los ayuntamientos. En Amiens se manifestaron 2.000 personas. En Cherburgo, el director de la policía se negó a obstaculizar las manifestaciones y dimitió. En Brest, los trabajadores salieron de la bolsa de trabajo cantando la Internacional y el Himno a la Anarquía; las tropas coloniales les bloquearon el acceso al consulado. En Sète, trabajadores y marineros en huelga forzaron el acceso al viceconsulado, donde quemaron una bandera española. En Marsella, una reunión atrajo a 10.000 personas, la manifestación a 20.000; el consulado fue protegido por las tropas. En Nancy, tras la reunión, se lanzó una bomba casera en el jardín del palacio episcopal. En Orleans, 600 manifestantes rompieron ventanas y dispararon en dirección al consulado español.
Lluvia de piedras y ladrillos
Pero fue en la capital donde la manifestación fue más violenta. En las calles, donde se arrebataron L'Humanité y La Guerre sociale, se extendió la consigna: "¡A la embajada!
París, 14 de octubre de 1909. El día después de la "primera manifestación de Ferrer", marcado por una noche de disturbios.
Hacia las 21:00 horas, dos comitivas de varios miles de personas, la del PS, detrás de Jaurès y Vaillant, y la de los revolucionarios, encabezada por Hervé y Durupt, convergen en la embajada [2]. Frente a ellos había tres líneas de policía a pie y a caballo, comandadas por el propio prefecto Lépine. El choque fue duro. La gente gritó. La Internacional a todo pulmón. Vive Ferrer!" para noquear a los policías. La procesión del PS, menos combativa, fue dislocada por la policía. Los disparos sonaron desde la procesión revolucionaria. Los dragones pusieron sus espadas en la espada. El prefecto recibió un disparo: ¡falló! pero dos agentes a su lado fueron acribillados por las balas. Hay una estampida total. Llueven guijarros y ladrillos. Los manifestantes echaron mano de mangueras contra incendios y rociaron copiosamente a los uniformados. La multitud se había hinchado: casi 20.000 personas hacían resonar el bulevar, aunque ya estaba bastante oscuro. Por ello, se rompen las farolas para que quede oscuro y se desorganice la policía. Los bancos públicos están deshuesados para proporcionar armas. Las columnas de Morris y los quioscos fueron derribados. Se levanta una barricada. Un tranvía fue derribado e incendiado. La calma no volvió hasta alrededor de las 3 de la madrugada [3].
El balance: un centenar de policías heridos, entre ellos dos comisarios y el prefecto, un agente muerto. Por parte de los manifestantes: 17 detenciones, y los heridos son innumerables. Los propios Jean Jaurès y Vaillant fueron molestados [4].
Al día siguiente, la prensa burguesa se ensaña con los "apaches" [5] que han devastado el distrito. Por su parte, La Guerre Sociale y Le Libertaire se enardecieron: "No son rufianes, son apaches que se resistieron, pistola en mano", proclamó Gustave Hervé. Somos nosotros, los revolucionarios. [6]
La manifestación del 13 de octubre sorprendió a todo el mundo por su violencia desenfrenada. En pocas horas se revivió el motín de Villeneuve-Saint-Georges. Mejor aún: fue vengado [7].
Lee también: 30 de julio de 1908: "una manifestación que salió mal" | 30 de julio de 2019
"Dibujo de H.-P. Gassier en L'Humanité del 14 de octubre de 1909.
Sin embargo, dejando que los anarquistas celebren esta noche apache, el PS tomó una iniciativa inédita en Francia: ¡organizar, con la autorización de la prefectura, una manifestación pacífica! Hay que tener en cuenta que en aquella época las manifestaciones callejeras estaban prohibidas y eran sistemáticamente atacadas por la policía. El prefecto Lépine tenía tácticas probadas para ello [8]. Cada Primero de Mayo era una prueba de fuerza.
Pero el 16 de octubre, L'Humanité declaró que quería hacer marchar a 100.000 personas "para afirmar que la emoción producida por los acontecimientos en España no es superficial ni se limita a unas pocas categorías de ciudadanos ardientes". Pero, añadió, "no buscaba problemas" y "no quería violar el territorio español" que constituía la embajada. De este modo, pensó que "quitaría a las autoridades los pretextos para la brutalidad policial". La marcha tendrá lugar a las 15:00 horas, "fuera de la sombra de la brutalidad policial y de los actos individuales". De este modo, espera hacer "un experimento decisivo de lealtad para conquistar la libertad de las manifestaciones callejeras pacíficas, como existe en las monarquías de Inglaterra y Bélgica".
Una primicia: la manifestación pacífica
Antes de este anuncio público, el jefe del gobierno, Aristide Briand - él mismo admirador de Ferrer - acogió la idea. Probablemente hubo conciliaciones -L'Humanité no dijo nada al respecto- pero Gustave Hervé, miembro de la dirección del PS, estaba obviamente al tanto. De rebote, toda la extrema izquierda lo sabe: el equipo de La Guerre sociale, la Federación Revolucionaria, Le Libertaire.
¿Protestarán los anarquistas contra este compromiso sin precedentes? No, en absoluto. De forma bastante inesperada, aprobaron la iniciativa socialista... ¡e incluso participaron en ella!
17 de octubre de 1909, "segunda manifestación de Ferrer".
A las 15 horas del domingo 17 de octubre, una gran multitud se reunió en la plaza de Clichy. Sin pancartas, sin banderas, de acuerdo con las prescripciones del PS. Incluso el estruendoso Guerre sociale hizo un llamamiento muy oficial a la "participación leal en esta tentativa de manifestación pacífica" y se dirigió a sus lectores con una arenga cuando menos insólita: "¡sorprenderéis a los más moderados por vuestra calma, vuestra frialdad, vuestra paciencia!
La inmensa multitud -entre 60.000 y 100.000 personas-, a la que se había pedido que se abstuviera de cualquier consigna hostil a los gobiernos francés y español, tuvo que contentarse con la Internacional y gritar "¡Vive Ferrer! No muy lejos de los pelotones de dragones, grupos de militantes situados en puntos estratégicos canalizaban ellos mismos a la multitud. Para esta primera experiencia de manifestación pacífica, el servicio de orden (entonces conocido como "los hombres de confianza") estaba formado por diputados y concejales municipales socialistas (¡!) mezclados con los anarquistas Charles-Albert, Méric, Ardouin, Péronnet, Thuillier, Almereyda, Tissier, Beylie, Malato, de Marmande, Laisant o Bodechon.
Al día siguiente, la prensa se deshizo en elogios. El éxito del evento se debió tanto a la enorme asistencia como al estilo del mismo. Le Matin evocó "un nuevo espectáculo: las costumbres del pueblo y del gobierno inglés transportadas a París, los manifestantes respetando a la autoridad, la autoridad respetando a los manifestantes" [9]. ¿Antimilitaristas, anarquistas?", insiste Le Figaro. No lo creas. Buenos y robustos soldados, que marchan bien al paso. [10]
Burlados por la derecha, los revolucionarios también son criticados por la izquierda. Por los anarcoindividualistas que, aunque no movieron un dedo para salvar a Ferrer, llegaron a atribuirles una parte de la responsabilidad de su muerte, y les llamaron "payasos" y "falsas capas sociales" [11]. 11] Pero también por el semanario comunista libertario de Picardía, Germinal, que expresó su desacuerdo con este "gravísimo error" [12].
La "2ª manifestación de Ferrer" marcó un punto de inflexión en las prácticas políticas en Francia. Con la autorización de la prefectura -concedida con moderación-, ahora es posible marchar y gritar consignas. Los periódicos burgueses, tranquilos, vieron en ello una salida muy útil. Esta fue una consecuencia inesperada del Caso Ferrer, que fue también el primer gran movimiento de opinión humanitario mundial, presagiando lo que sería, quince años después, el Caso Sacco y Vanzetti.
Guillaume Davranche (AL París-Sur)
Nota
Artículo publicado originalmente en Alternative Libertaire.
Notas
[1] Le Matin del 14, 15, 16, 17 y 18 de octubre de 1909
[2] Por aquel entonces se encontraba en el 25 quai d'Orsay, en el distrito 7, nota de PLI
[3] Le Matin, Le Gaulois, L'Humanité del 14 y 15 de octubre de 1909; Le Temps del 15 de octubre de 1909
[4] Le Figaro del 17 de octubre de 1909.
[5] Así se llamaba a los delincuentes de la época.
[6] La Guerre sociale, 14 de octubre de 1909.
[7] Leer Alternative Libertaire, verano de 2008: "Julio de 1908: Draveil-Villeneuve, la CGT a la hora de la verdad".
[8] Jean-Marc Berlière, Le Monde des polices en France, Complexe, 1996, p. 126.
[9] Le Matin del 18 de octubre de 1909.
[10] Le Figaro del 18 de octubre de 1909.9
[11] Lux, "¿Inocente o culpable?", L'Anarchie, 28 de octubre de 1909.
[12] Germinal del 22 de octubre de 1909.
Traducido por Jorge Joya
Original: paris-luttes.info/1909-l-affaire-ferrer-souleve-les-8456
"En el mundo actual, como en el pasado, la guerra es una necesidad para que los Estados establezcan su dominio sobre otras partes del planeta, para unir a sus propias poblaciones detrás de ellos contra un enemigo externo y para aumentar los beneficios de sus propias industrias armamentísticas que son una parte creciente de sus propias economías.
Cada vez más, las grandes empresas e instituciones financieras como el FMI y el Banco Mundial, en colaboración con Estados como Estados Unidos, Francia, China, Rusia, etc., imponen su dominio económico mediante la fuerza militar. Además, el desarrollo de la industria de la energía nuclear está conduciendo a una sociedad nuclear de control y centralización con amenazas inminentes para la vida humana y el medio ambiente. Las nuevas tecnologías (drones, etc.) se utilizan para matar cada vez a más personas y para aumentar la vigilancia estatal, incluido el control de las fronteras de la Fortaleza Europa contra los inmigrantes de África.
La búsqueda de minerales para las industrias nacionales alimenta la lucha de los distintos bloques por establecer el control sobre importantes fuentes de uranio, petróleo y otros minerales. La guerra está íntimamente ligada a la destrucción del medio ambiente, como la defoliación de la selva durante la guerra de Vietnam y la enorme degradación medioambiental con los bombardeos de las refinerías de petróleo durante las guerras del Golfo.
La guerra implica el desplazamiento de poblaciones enteras, la migración forzada y el establecimiento de enormes campos de refugiados. Desencadena la hambruna con la destrucción de cultivos y cosechas. Las violaciones masivas se utilizan fácilmente como arma de terror y como síntoma de una masculinidad deformada engendrada por el militarismo. La agitación de amenazas externas fabricadas -como la del fundamentalismo islámico y, una vez más, la del "Oso Ruso" o la agresión imperialista occidental-, sumada a la amenaza de disturbios internos, a menudo provocados por el propio Estado, se utiliza para crear un enemigo interior, el enemigo entre nosotros, ya sean bandas juveniles o grupos políticos. Así, se justifica la creciente militarización de la sociedad, con el desarrollo de la presencia de tropas en las calles y en los transportes, y una fuerza policial cada vez más militarizada. Los bloques que compiten entre sí -Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea, etc.- tratan de establecer sus propias esferas de influencia a escala mundial, lo que provoca una tensión cada vez mayor, como puede verse en la situación ucraniana.
Nos oponemos a la deriva hacia la militarización de la sociedad y el entrenamiento para la guerra.
Los conflictos fronterizos son utilizados como medio por los Estados nación para desencadenar conflictos. La solución no se encuentra en los micronacionalismos (Escocia, Cataluña, etc.) con el desarrollo de nuevos pequeños estados con fuerzas armadas propias, sino en una federación libre de pueblos, con la destrucción de la industria bélica, la disolución de los ejércitos, la desaparición de las fronteras y el derrocamiento del propio capitalismo. En el plano práctico, nos oponemos a su impulso a la guerra y a la militarización de la sociedad mediante campañas contra el reclutamiento militar, de apoyo a todos los desertores y opositores a la guerra, de desobediencia civil masiva, de bloqueos y huelgas contra el suministro de armas y contra los ejércitos.
No hay fronteras. No hay guerras.
El reparto de todos los recursos entre los habitantes de todo el planeta.
¡Guerra a la guerra!
Comisión de Relaciones de la Internacional de Federaciones Anarquistas Madrid, 29 de marzo de 2014
FUENTE: Le Monde Libertaire 05/2014
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2014/11/la-guerre-c-est-la-sante-de-l-eta
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