Pasaban las 9 de la noche en el corazón de Córdoba y vecinos y turistas se llevaban las manos a la cabeza. La imponente Mezquita-Catedral quedaba, de repente, a merced de las llamas en una de sus capillas. Nada jugó a favor de la extinción: ni las temperaturas extremas ni los materiales del conjunto, ya que la madera acabó convirtiéndose en el principal combustible. A la mente de muchos se vinieron las imágenes del incendio que devoró la Catedral de Notre Dame en París, Francia, sin embargo, los bomberos consiguieron hacerse con el fuego.