Durante el último tiempo tuvo problemas a la presión, continuos dólores de estómago y dolencias en el pecho. Pero pese a sus achaques celebró su último cumpleaños como Dios manda. La familia que lo acogía, al igual que otras veces, invitó a todos los niños del barrio. Vicente estaba feliz y jugó con cada uno de ellos. Era el más niño entre los niños. Un anciano de ocho años a punto de morir. El 30 de octubre de este año, a las dos y media de la tarde, murió de un infarto al corazón. Fue el último suspiro del hombre lobo. Ésta es su historia.
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