Sirva de atenuante el segundo tercio de la temporada, la fatiga de un trabajo muy intenso. A Roger Federer no le gusta el tenis. No le enciende, al menos, del mismo modo que a Andre Agassi. Resulta imposible imaginarle más allá deos treinta subido a la pista. Está jugando mal, mal en relación a lo que puede jugar. Asoma cuando le apuran. Son los otros, aquellos capaces de mirarle a los ojos, le obligan a jugar. Lo hace Marat Safin. Y hasta lo vence, como hizo en Australia. Intenta ....
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