Antonio Giner, gran apasionado del juego, decidió en 1999 comenzar una adaptación de La Abadía a máquinas modernas tomando como base el programa original. El proyecto fue avanzando con ayuda de Manuel Pazos, pero ninguno de los dos estaban preparados para lo que iban a encontrar. Descubrieron que el mapa de la abadía era más grande que en el juego final y habían salas nuevas inaccesibles desde el juego, como la celda del hermano Berengario. Además, habían gráficos que jamás se emplearon pero que estaban en el código del programa.
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