Un equipo de científicos de los Países Bajos, Suiza y Reino Unido ha demostrado que la forma de la dentadura es consecuencia directa de la alimentación seguida. El profesor Mark Purnell, de la Universidad de Leicester, señala que: «Si uno pasa la lengua por sus dientes, posiblemente notará que unos son más rugosos que otros. La incógnita que pretendemos despejar es si el grado de rugosidad de las puntas de los dientes (desgastados por el contacto con los alimentos) puede emplearse para determinar lo que comía un animal”.
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