Si creías que lo habías visto todo, espera a ver esto. Resulta que en Sudáfrica estaban hartos de que por uno u otro método les robaran el coche, así que inventaron este método expeditivo y radical. ¿El funcionamiento? Simple. Y mortal, por cierto: dos mangueras de gas que apenas sobresalen unos milímetros por debajo del coche. En cuanto se acerque alguien por alguno de los lados y empiece a manosear las puertas, ventanilla o cerradura, dos enormes chorros de fuego lo fríen. Literalmente.
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