Una enfermedad frecuente en estos desolados días que vivimos es el analfabetismo funcional. Consiste en leer a la perfección, pero sin comprender una sola palabra. Como todos los males que convienen al poder, este mal está enormemente extendido entre la izquierda.Por ejemplo, una vez escribí un artículo criticando a Trotsky precisamente por parecerse a Stalin mucho más de lo que muchos querrían admitir, y fui tildado de “estalinista”. En otra ocasión, en un debate, critiqué que IU pacte con el PSOE y me tacharon de hacer “la pinza” con el PP.
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