La peculiar forma de caminar de las caballerías, poniendo una pata delante de la otra siguiendo habitualmente un único sendero, ha dado lugar a la creación de unas huellas muy características en lechos rocosos que señalan el trazado de los antiguos caminos de herradura que comunicaban antiguamente nuestros pueblos y ciudades. El desgaste producido en la roca por el roce continuado de cascos y herraduras durante décadas y siglos ha conformado unos largos y estrechos canales de los que se muestran varios ejemplos documentados en el Bajo Aragón.
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