“Muero completamente tranquilo, porque soy inocente”. A las 2 de la madrugada del 15 de julio de 1939, Antonio Ortega, presidente del Madrid entre 1937 y 1938, escribió esa frase en una carta de despedida dirigida a su esposa y a sus cuatro hijos. Al amanecer de hace 86 años fue fusilado y su familia cree que sus restos yacen en una fosa común del cementerio de Alicante y lucha para enterrarle junto a sus seres queridos en Ciudad de México.
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