Un hombre entra en una tintorería situada en el centro de Barcelona y pregunta cuánto cuesta limpiar unos pantalones. El dependiente le dice (sin atisbo de duda o vergüenza alguna) que serán 40 euros. El cliente se asombra. Desconoce que, a pesar de las apariencias (la ropa en los percheros, el toldo, las tarifas en la fachada...) no ha entrado en una tintorería. En realidad está bajo la...
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¿Soy el único que se está cansando de chorraditas modernuquis para gente a la que le sobra la pasta?