Estamos presenciando el final del modelo bismarckiano de seguridad social. El 45% del trabajo en Argentina no está registrado formalmente, la base de aportantes se reduce por la informalidad, el desempleo y los cambios estructurales. El sistema de aportes basado en salarios registrados ya no puede sostener ni las jubilaciones ni la salud. El modelo previsional y tributario argentino se sustenta en una idea caduca: que la población trabaja formalmente, aporta y luego se jubila.
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