La presidenta de la Comunidad de Madrid nunca, hasta el pasado viernes, había justificado, figurativamente, la conducta de su pareja. Desde el comienzo, inventó lo que podríamos llamar “excusas absolutorias” dentro de lo que ha llamado una persecución de todas las instituciones del Estado para castigar a su pareja por su relación con ella, a quien el sanchismo intenta destruir. Es decir: Alberto González es un inocente que paga por la actividad política de la presidenta.
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