Del cerdo, hasta los andares. Y de una ballena, hasta la cola. Eso debieron pensar un grupo de 30 tiburones que pasaban por la costa de False Bay, en Sudáfrica. La carcasa de una ballena muerta flotaba en medio del mar, y los escualos aprovecharon la ocasión para degustar la comida. ¿Carroñeros u oportunistas? Pero lo hicieron de una manera muy amable, estableciendo turnos para comer todos juntos sin violencia, del más grande (el tiburón blanco), a los más pequeños.
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