Una nueva moda se apodera de los nostálgicos neoyorkinos: recrear los bares secretos que surgieron en la época de la Ley Seca. Un turista distraido nunca los encontraría, el secretismo y la exclusividad son la clave de su encanto: puertas sin número, entradas escondidas, teléfonos que cambian o contraseñas para los clientes habituales. Los cócteles clásicos y la absenta forman parte de estos bares pseudo-secretos.
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