Creo que, por primera vez en mucho tiempo, una competición de selecciones nacionales (la inminente Eurocopa) va a ser libre y claramente aceptada como un oasis, una tregua, un paliativo, una evasión de la realidad, un mundo falso y paralelo, un bienvenido opio. Y que será abrazada como tal, sin vergüenza ni reserva ni remordimiento, no sólo por los Gobiernos europeos que la organizan y a los que conviene, sino por la mayoría de la población del continente.
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