Junto al famoso Malecón de Gijón, mientras orinaba cantando, un hombre "bebido" fue interpelado por un vigilante de los 29.732 que la SGAE tiene solo en el centro de la villa gijonesa, y condenado a pagar un "canon" que le impedirá seguir bebiendo, lo que al final resultará "por su propio bien", según manifestó el agente que vestía de paisano.
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