Érase una vez un cínico que no conocía el punto medio. Su mundo se dividía entre la gente que, como él, no gustaba de esforzarse mucho y la gente que trabajaba duro.
Para sentirse mejor, se convenció de que el futuro de estos segundos sería siempre más miserable que el suyo, e hizo un cómic versionando unas fábulas cuyo mensaje había ignorado desde pequeño.
De este modo, se puso a salvo de la exigencia de aprender de los peligros de los extremos, tanto de la vagancia como de la desmesurada ambición. Probablemente nunca sepamos qué quería para sí, ya que nunca se preocupó de comunicarlo, ni dónde acabará.
Comentarios
Me ha hecho gracia la liebre.
Hacía más horas que la puta de un Borbón.
#1 Esa es la verdadera moraleja de todo esto.
Muy bueno, como la vida misma.
Érase una vez un cínico que no conocía el punto medio. Su mundo se dividía entre la gente que, como él, no gustaba de esforzarse mucho y la gente que trabajaba duro.
Para sentirse mejor, se convenció de que el futuro de estos segundos sería siempre más miserable que el suyo, e hizo un cómic versionando unas fábulas cuyo mensaje había ignorado desde pequeño.
De este modo, se puso a salvo de la exigencia de aprender de los peligros de los extremos, tanto de la vagancia como de la desmesurada ambición. Probablemente nunca sepamos qué quería para sí, ya que nunca se preocupó de comunicarlo, ni dónde acabará.
jajaja
muy buenas.
seguro que algunos nos sentimos mas identificados con estás fabulas que con las que de verdad escribieron sus autores.